El verano es una época de disfrute y actividades al aire libre, pero también representa un periodo de riesgo elevado de ahogamientos tanto en adultos como en niños.
Las muertes por ahogamiento en espacios acuáticos aumentaron en 2023 casi un 8 por ciento, en España perdieron la vida 422 personas. Es el peor dato desde 2019 y el cuarto registro con más pérdidas de vidas humanas en la serie histórica, en los últimos nueve años.
La prevención, la seguridad y el conocimiento de técnicas de auto salvamento son esenciales para evitar tragedias en el agua. Hablamos con Francisco Cano, director de Prevención y Seguridad de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Existen varios factores de riesgo que contribuyen a los ahogamientos en playas y piscinas. En las playas, las variables meteorológicas como las corrientes de retorno y los vientos, junto con la imprudencia de los bañistas, son las principales causas. Muchas veces, los incidentes ocurren fuera del horario de funcionamiento del servicio de socorrismo o cuando las personas se bañan solas. En las piscinas, especialmente en las privadas donde no hay socorristas, los pequeños accidentes son comunes y pueden ser fatales.
Uno de los problemas señalados es la falsa sensación de seguridad que muchas personas tienen al nadar. Ignorar las señales de advertencia, como la bandera amarilla, y creer que saber nadar es suficiente para evitar cualquier peligro, aumenta el riesgo de incidentes. Las estadísticas desde 2015 muestran que el perfil más común de una víctima de ahogamiento es un varón mayor de 65 años que nada en áreas sin socorristas o fuera de los horarios de vigilancia.
Es muy importante la concienciación y la necesidad de campañas de prevención efectivas. Aunque la Federación ha estado trabajando en la difusión de consejos de seguridad, la colaboración con otras instituciones es crucial para llegar a un público más amplio. A pesar de que el conocimiento sobre riesgos como las corrientes de retorno ha mejorado, todavía queda mucho por hacer para que la población aplique esta información en la práctica.
También destaca que la vigilancia continua de los niños por parte de adultos es esencial. Los menores no deben nadar solos, incluso si saben nadar, y la mejor seguridad es estar físicamente presente con ellos en el agua. Los materiales de flotación pueden dar una falsa sensación de seguridad y no deben sustituir la supervisión directa.
En caso de un incidente con un menor los protocolos de actuación son similares a los de un adulto. Es vital dar la señal de alarma y, si es posible, aplicar primeros auxilios basados en la reanimación cardiopulmonar (RCP) mientras llegan los servicios de emergencia. La presencia inmediata de un adulto puede hacer la diferencia entre un susto y una tragedia.
En los últimos cinco años la evolución de las cifras de ahogamientos siguen siendo preocupantes a pesar de los esfuerzos para incrementar la concienciación y las intervenciones de socorristas, el número de accidentes acuáticos sigue siendo alto. La responsabilidad individual y la prudencia son esenciales para reducir estos incidentes.
Además de las playas y piscinas, los ríos y pantanos también representan riesgos significativos. Las aguas de los ríos tienen corrientes y movimientos impredecibles, y la visibilidad bajo el agua puede ser limitada debido a la turbiedad y la vegetación. Es crucial conocer el entorno y bañarse en áreas vigiladas.
En resumen, hay que hacer hincapié en la necesidad de una mayor concienciación y responsabilidad personal para prevenir ahogamientos durante el verano. La combinación de vigilancia adecuada, respeto a las señales de advertencia y conocimiento de las condiciones del agua puede salvar vidas y hacer que las actividades acuáticas sean seguras para todos.