ALICANTE. “Me gustaría ser jefa de prisiones. Rodeada de tías todo el santo día”. “Qué heavy que eres, Juana” le respondió el personaje de Verónica Forqué a Juana, aquella chica para todo, hermana de un actor porno adicto al sexo y fugitivo que interpretaba Rossy de Palma en Kika. En ese mismo film, minutos antes, la misma actriz nos había dado un tip de vida: “Un hombre con bigote es facha o maricón o las dos cosas juntas”. Eran los años noventa. Seguramente, mucha gente se escandalizaría al escuchar eso en la gran pantalla hoy en día. Y yo pienso: qué heavy eres, Pedro. “Siempre me ha gustado mucho estar en los extremos” admitía divertido.
Su estilo es un olor a infancia que nos inunda desde el momento en el que nos piden que pensemos en él. Rojos por todas partes, combinaciones de estampados y una personalidad arrolladora nos acompañan en el momento en el que imaginamos a Pedro Almodóvar. Una España castiza de final de siglo se relaciona con las principales firmas de moda y decoración de este país –y del mundo–. Cuando se hace la luz en la sala, nada está puesto en su película sin pensarlo previamente. No hay casualidades en su arte, solo meditación. Porque si hay un director que ha sabido hacer suyas las pasarelas y las tendencias, ese es Pedro.