Arte y fotografía

CENTENARIO DE SU MUERTE

La traición a Pinazo, el artista al que Valencia siempre olvida

VALENCIA. La Valencia cainita. La Valencia que siempre castiga. La Valencia que olvida a sus hijos. La que sólo promociona a los mediocres y soberbios, a la que despidió San Vicente Ferrer quitándose hasta el polvo de las sandalias para morir en Francia y nunca más volver. La Valencia traicionera, llena de mentirosos y aduladores que dicen una cosa y luego la contraria. La de quienes no dan la cara. ¿Es esa Valencia la que desprecie a Ignacio Pinazo (1849-1916) de manera periódica? ¿Es esa Valencia la que representan los directores de museos que deciden esconder en sus almacenes la obra del que para muchos es el mejor pintor de entresiglos? ¿Por qué la ciudad venera a quien se fue y soslaya a quien se quedó? Y el que se fue… ¿Sería recordado igual si hubiera seguido en Valencia? ¿Será cierto que para que en Valencia te respeten hay que huir de la ciudad, salir de ella?

Todas esas preguntas que tantas veces se formulan muchos artistas contemporáneos, cobran de nuevo fuerza cuando se comprueba el desprecio sistemático a la que se somete a la figura del artista de Godella. Pinazo es contemporáneo hasta en su olvido. Considerado unánimemente como uno de los mejores pintores de su época, su nombre es reivindicado de manera esporádica.

Quizás el año que viene sea por fin el punto de inflexión. Con motivo del centenario de su muerte se están preparando exposiciones en diferentes emplazamientos culturales, en una acción conjunta que tiene mucho de acto de reposición, de justicia poética. Porque a Pinazo, hoy más que nunca, la ciudad de Valencia ha vuelto a darle la espalda.

El Círculo de Bellas Artes, a quien donó parte de su obra, está estudiando la posibilidad de vender este legado en subasta para pagar deudas, en un desprecio claro a su propio patrimonio. El IVAM, desde que llegó su nuevo director, José Miguel Cortés, lleva desde el 25 de enero sin exponer la donación de la familia en el Centre Julio González, en un acto que no tiene más justificación que el capricho. Ni siquiera se puede esgrimir, como hizo Juan Manuel Bonet en su día, que el centro está en obras. Y se ha adoptado esa decisión con el agravante de que existe una sentencia del Supremo que recuerda la obligación de exponer su pintura. 

Hasta el Museo de Bellas Artes de Valencia tiene las obras de Pinazo en el almacén, en su caso por las obras de ampliación.

La Diputación de Valencia exhibe la pintura Las hijas del Cid… en su sala de prensa. Y el Museo del Prado esconde en sus almacenes una de las obras maestras de Pinazo de su primera época, Últimos momentos del rey don Jaime el Conquistador en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro. Si alguien quiere a ver a Pinazo tiene que irse al Museo Nacional de Cerámica, sí, el de Cerámica, que es el único que respeta y promociona su arte.

El capricho ha apartado de la vista del público algunas de las mejores pinturas de Pinazo, las cuales se podrán volver a ver al menos parcialmente con estos actos por el centenario de su fallecimiento, una conmemoración en la que participarán la Generalitat, el Ayuntamiento, la Universitat… y que se ha puesto en marcha por la decidida actuación de sus herederos, conscientes del legado que el tiempo les ha dado. Las Atarazanas, la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento, el propio IVAM que ahora lo oculta, albergarán muestras de diferente signo sobre su pintura.

Recibe toda la actualidad
Plaza Podcast

Recibe toda la actualidad de Plaza Podcast en tu correo