Con el aumento global de las temperaturas, entender cómo el calor extremo afecta a nuestro cuerpo es crucial. Las olas de calor pueden causar problemas graves de salud, especialmente en personas con enfermedades crónicas, niños y ancianos. Además, el calor no solo afecta físicamente, sino que también puede influir en nuestro comportamiento y bienestar mental.
Hoy vamos a explorar los efectos del calor en la salud y cómo podemos protegernos durante las altas temperaturas.
El ritmo acelerado del aumento de temperaturas y su impacto en la salud humana han generado preocupaciones significativas en el ámbito científico y médico, según el profesor Julio Díaz, profesor de investigación del Instituto de Salud Carlos III. El profesor Díaz destacó la urgencia de abordar el cambio climático y sus efectos, enfocándose especialmente en las olas de calor y sus consecuencias.
Subraya que el principal desafío radica en la velocidad con la que aumentan las temperaturas, superando la capacidad de adaptación natural de los seres humanos. "Nosotros como especie humana nos podemos aclimatar a un ritmo de 0.1-0.2 grados por década", explicó. Sin embargo, la temperatura máxima durante los meses de verano en España ha aumentado a un ritmo alarmante de 0.41 grados por década entre 1983 y 2018, exacerbando los riesgos para la salud.
El calor extremo no solo provoca golpes de calor directos, que constituyen solo el 2% de las muertes atribuibles al calor, sino que también agrava condiciones médicas preexistentes como enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas. El profesor Díaz destacó que durante la ola de calor de 2003 en Europa, España experimentó un exceso de muertes significativo, con 6,600 fallecimientos adicionales en solo 15 días, de los cuales solo una pequeña fracción fue atribuible directamente al golpe de calor.
Ante este escenario, el profesor Díaz enfatiza la importancia de la adaptación mediante medidas preventivas. "La adaptación implica la implementación de planes de prevención, el uso de aire acondicionado, y el mejoramiento del acondicionamiento urbano". Estas medidas no solo buscan mitigar los efectos del calor, sino también incrementar la capacidad de las ciudades y sus habitantes para hacer frente a temperaturas cada vez más altas.
El primer plan de prevención ante altas temperaturas en España se implementó en 2004, tras la ola de calor de 2003 que alertó a las autoridades sobre la necesidad de actuar. Desde entonces, se ha observado una reducción significativa en la mortalidad relacionada con el calor, gracias a la implementación de estos planes y mejoras infraestructurales.
A pesar de los avances, el profesor Díaz advierte sobre los desafíos continuos debido al cambio climático. "La temperatura umbral para la mortalidad por olas de calor también está aumentando a un ritmo de 0.6 grados por década en España". Esta situación plantea el riesgo de que las medidas actuales de adaptación puedan volverse insuficientes si el ritmo de aumento de las temperaturas se acelera aún más.
En cuanto a las medidas individuales, el profesor Díaz recomendó mantenerse hidratado, evitar la exposición al sol durante las horas pico y cuidar especialmente a las personas mayores, quienes son más vulnerables. "Es crucial asegurarse de que las personas mayores estén protegidas y supervisadas durante los episodios de calor extremo", señaló.
El cambio climático y sus efectos en la salud pública requieren una respuesta integral que combine la investigación científica con políticas públicas efectivas y una concienciación social continua. "Es fundamental basarse en la evidencia científica para desarrollar estrategias de adaptación efectivas y no dejarse llevar por modas pasajeras", concluyó el profesor Díaz.
Julio Díaz destaca la necesidad urgente de preparar y adaptar nuestras ciudades y poblaciones para enfrentar los crecientes desafíos de las olas de calor, utilizando tanto medidas preventivas estructurales como individuales para proteger la salud pública frente a este fenómeno cada vez más frecuente e intenso.