Sin duda una de las frases que más hemos escuchado en los últimos días ha sido, ¡Qué calor hace hoy!... Son días pesados, tórridos, con temperaturas muy altas que provocan diferentes estados en nuestro cuerpo. Para prevenir problemas de salud por temperaturas extremas tenemos que estar atentos a los golpes de calor. Es el efecto más grave de la exposición a altas temperaturas y puede afectar a una población completamente sana.
Los expertos recomiendan prestar una atención especial a mayores de 65 años, lactantes y menores de cuatro años.
Hablamos con el Dr. Asensio López, coordinador del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la SEMFYC, la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. Los principales riesgos para la salud en condiciones de calor extremo son la exposición prolongada al sol y la deshidratación. La exposición prolongada puede provocar un golpe de calor, especialmente si no se mantiene una adecuada hidratación.
Los primeros síntomas de un golpe de calor son a menudo inespecíficos e incluyen cansancio, mareo y aturdimiento, lo que puede llevar a confundirlos con otras afecciones. Es crucial asociar estos síntomas con la exposición al calor y la falta de hidratación, y actuar rápidamente buscando un lugar fresco e hidratándose con agua.
El golpe de calor puede manifestarse súbitamente con un aumento brusco de la temperatura corporal, llegando a superar los 40 grados o incluso con una pérdida repentina de conciencia, situaciones que requieren atención médica inmediata.
Aunque cualquier persona puede sufrir un golpe de calor, hay grupos especialmente vulnerables. Los niños pequeños son particularmente susceptibles debido a su menor capacidad para percibir la sed y su dependencia de los adultos para su hidratación. Las personas mayores, especialmente a partir de los 60 años, también están en mayor riesgo porque su capacidad para percibir la sed disminuye con la edad. Además, aquellos que toman ciertos medicamentos, como diuréticos, deben ser especialmente cuidadosos, ya que estos pueden aumentar el riesgo de deshidratación.
Para prevenir los efectos del calor, se recomienda usar ropa ligera y transpirable que facilite la evaporación del sudor y ayude al cuerpo a regular su temperatura. También es aconsejable evitar la exposición directa al sol durante las horas más calurosas del día y buscar sombra siempre que sea posible. En cuanto a la hidratación, es preferible beber agua fresca, pero no extremadamente fría, para evitar molestias gastrointestinales. Se sugiere tomar pequeños sorbos de agua con frecuencia en lugar de grandes cantidades de una sola vez.
El calor extremo también incrementa el riesgo de intoxicaciones alimentarias, ya que las altas temperaturas favorecen el rápido crecimiento de bacterias en los alimentos, especialmente si no se mantienen adecuadamente refrigerados. Por ello, es fundamental mantener la cadena de frío y manipular los alimentos con cuidado para evitar infecciones gastrointestinales.
Adaptar la alimentación durante los días calurosos es otra recomendación clave. Optar por comidas ligeras y ricas en líquidos, como frutas y verduras, ayuda a mantener el cuerpo hidratado y a evitar comidas pesadas que pueden resultar difíciles de digerir en condiciones de calor extremo. Se debe tener en cuenta que el alcohol tiene efectos deshidratantes y es aconsejable reducir su consumo.
El doctor destaca la importancia de no subestimar los efectos del calor extremo y de tomar medidas preventivas adecuadas para proteger la salud, especialmente de los grupos más vulnerables. Instó a la población a estar alerta y a actuar con rapidez ante los primeros signos de golpe de calor, recordando que la prevención es clave para evitar complicaciones graves durante las olas de calor.