El desperdicio de alimentos es un problema significativo en la Unión Europea, con alrededor del 10% de los alimentos producidos que se pierden en la distribución, los servicios de restauración y los hogares. Según los últimos datos de Eurostat, cada ciudadano de la Unión desperdicia cerca de 127 kilos de comida y bebida al año, lo que equivale a 57 millones de toneladas en total y 130.000 millones de euros que se van al cubo de la basura.
De los 127 kilos desperdiciados por cada ciudadano, 70 se echan a perder en el hogar, 23 en la fabricación de alimentos y bebidas, 12 kilos en los restaurantes y servicios de alimentación, 9 kilos en la distribución y 4 kilos más en la producción primaria. Alemania es el país donde más alimentos se desperdician, mientras que Luxemburgo es el que menos tira a la basura. En España, el desperdicio asciende a 42 millones de toneladas y el 40% se produce en los hogares, donde tres de cada cuatro familias tiran comida.
Eduardo Montero, responsable del área de alimentación de Sekula Federación de Consumidores y Usuarios, destaca que el 30% de los alimentos que se producen se tiran. Muchos de estos desperdicios podrían ser evitables. Por ejemplo, muchos alimentos se pierden en la cadena alimentaria, desde la industria de transformación hasta los puntos de venta, e incluso en el campo durante la recolección. Muchos productos se pierden porque no adquieren el calibre adecuado o no tienen una forma estética que se considera adecuada para ponerlos a la venta.
Además, se calcula que el 20% del agua dulce total disponible en el planeta se emplea para producir alimentos que acaban en la basura. Esto es especialmente preocupante dado los problemas actuales de agua.
El desperdicio de alimentos es un problema grave que requiere una acción inmediata. Es necesario un cambio en la forma en que producimos, distribuimos y consumimos alimentos para reducir el desperdicio y proteger nuestros recursos valiosos.