El mercado de invierno en el fútbol siempre ha sido un desafío para los clubes, ya que es difícil encontrar jugadores de calidad dispuestos a abandonar sus equipos a mitad de temporada. Sin embargo, en 1987, el recién ascendido Valencia logró un fichaje de renombre durante esta ventana invernal.
En diciembre de ese año, el Valencia sorprendió al mundo del fútbol al conseguir la cesión de Rabah Madjer, un delantero argelino que en ese momento era considerado uno de los mejores jugadores del mundo. Madjer había destacado especialmente siete meses antes al marcar el gol decisivo en la final de la Copa de Europa para el Oporto contra el Bayern de Múnich.
La llegada de Madjer causó sensación en Valencia, donde la afición, acostumbrada a fichajes de bajo perfil, celebró la llegada de una estrella mundial al equipo. En su debut en enero de 1988, Madjer anotó un gol que emocionó a los seguidores valencianistas, quienes vieron en él la esperanza de tiempos mejores para el club.
Sin embargo, lo que nadie esperaba eran las convicciones religiosas de Madjer. A mediados de marzo, mientras se recuperaba de una lesión muscular, anunció que cumpliría con el precepto islámico del ayuno durante el Ramadán, un mes de ayuno diario obligatorio para los musulmanes.
El ayuno durante el Ramadán planteaba un desafío único para los futbolistas profesionales, ya que debían adaptar sus prácticas religiosas a sus compromisos deportivos. En el caso de Madjer, muchos aficionados del Valencia atribuyeron su bajo rendimiento posterior a este período de ayuno y oración, que coincidió con una lesión y una disminución en su desempeño en el campo.
Madjer no fue el único futbolista musulmán en enfrentar este dilema en el Valencia. En años posteriores, otros jugadores como Mustafi y Topal también se vieron en la situación de decidir entre cumplir con sus obligaciones religiosas y las exigencias del equipo. En algunos casos, como el de Topal, la decisión de no cumplir con el ayuno durante el Ramadán fue tomada por el bien del equipo.
Estos casos ponen de relieve los desafíos únicos que enfrentan los futbolistas musulmanes en el mundo del fútbol profesional, donde a menudo deben equilibrar sus creencias religiosas con las demandas del deporte y las expectativas del equipo y los aficionados. En un deporte cada vez más globalizado, estas cuestiones culturales y religiosas juegan un papel importante en la vida de los jugadores y en la dinámica de los equipos.