La pandemia marcó un antes y un después en los patrones de consumo, pero también la inflación: si todo está más caro, los hogares tienen que decidir qué priorizan. Los últimos datos de gasto revelan un cambio en las preferencias de los consumidores. Ahora se privilegian las experiencias sobre la adquisición de bienes materiales.
Este fenómeno, denominado "diverflación", refleja una sociedad que prefiere disfrutar el presente, llenando terrazas y restaurantes, y asistiendo a conciertos pese a los elevados precios. ¿Cómo explican los expertos el aumento en el consumo de ocio y restauración a pesar de la crisis económica?, ¿Qué impacto tienen los cambios en los patrones de consumo en la economía global?
En una era marcada por la incertidumbre económica y las fluctuaciones de precios, los consumidores están modificando sus hábitos de gasto hacia experiencias inmediatas en lugar de bienes duraderos. Este fenómeno, conocido como "diverflación", está siendo analizado por expertos. Hablamos con Pedro Rey, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
Rey define la diversión como "una tendencia que combina el impacto de la inflación con un cambio en los patrones de consumo hacia experiencias como la hostelería, el turismo y el ocio". Enfatiza que los consumidores están optando por gastar en momentos gratificantes y efímeros, como conciertos y viajes, en lugar de bienes de consumo duraderos como viviendas o vehículos.
Esta preferencia emergente se explica, según Rey, por una combinación de factores históricos y psicológicos. Desde la crisis económica de 2008, y exacerbada por la pandemia de COVID-19, los consumidores han enfrentado múltiples crisis consecutivas. Esta sucesión de eventos ha fomentado una mentalidad de "vivir el momento presente", motivando a las personas a buscar gratificaciones inmediatas ante un futuro incierto.
Además, el avance tecnológico ha democratizado el acceso al entretenimiento, permitiendo a las nuevas generaciones consumir música, películas y otros contenidos de manera más accesible. Este cambio ha reducido la disposición a pagar por bienes materiales duraderos en favor de experiencias instantáneas.
El cambio en los patrones de consumo hacia la diversión tiene implicaciones significativas para la economía. Sectores como el entretenimiento y el turismo experimentan un auge, mientras que industrias tradicionales como la automotriz y la manufactura de bienes duraderos enfrentan desafíos. Los precios de los espectáculos y eventos han aumentado notablemente, reflejando una demanda creciente por experiencias.
A pesar de la efervescencia actual de la diversión, existen interrogantes sobre su sostenibilidad a largo plazo. Rey advierte que la incertidumbre económica y las limitaciones presupuestarias podrían eventualmente moderar esta tendencia. Sin embargo, señala que actualmente no se observa un ajuste significativo en los precios de las experiencias debido a la persistente demanda del consumidor.
Ante este panorama, Rey aconseja a los consumidores mantener un equilibrio entre el disfrute inmediato y la planificación a largo plazo. Es crucial ser conscientes de la inflación generalizada y ajustar el presupuesto personal en consecuencia. También enfatiza la importancia de evaluar las preferencias individuales y encontrar un balance entre el consumo presente y la preparación para el futuro incierto.
En resumen, la tendencia hacia la diversión refleja una adaptación profunda en los comportamientos de consumo ante un contexto económico volátil. A medida que los consumidores priorizan experiencias sobre posesiones, están moldeando no solo sus hábitos individuales, sino también el panorama económico global.
Este cambio, aunque impulsado por crisis y avances tecnológicos, podría llevar a transformaciones duraderas en la estructura económica y social, redefiniendo cómo las generaciones actuales y futuras valoran y disfrutan de su tiempo y recursos.
La era de la diversión está en pleno auge, desafiando las normas tradicionales de consumo y señalando una nueva dirección en la economía del siglo XXI. "La diversión representa una respuesta psicológica y económica a tiempos de incertidumbre, donde el disfrute del presente prevalece sobre la precaución hacia el futuro", concluye Pedro Rey, destacando la complejidad y las implicaciones de esta nueva dinámica de consumo”.