El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha quedado en libertad tras casi 14 años de saga judicial y después de formalizar en las Islas Marianas del Norte, un territorio estadounidense, un acuerdo por el que se declaró culpable de espionaje a cambio de poder regresar a su natal Australia.
Tras quedar oficialmente en libertad, Assange apareció brevemente ante las decenas de cámaras de televisión que le aguardaban fuera del tribunal federal de Saipán, capital de las Islas Marianas del Norte. Saludó brevemente con la mano a los periodistas antes de subir a un vehículo, sin realizar declaraciones.
Dentro de la corte, Assange se declaró culpable de un único cargo penal por conspiración para obtener y divulgar documentos clasificados de Estados Unidos y, a cambio, la jueza Ramona Villagómez dictó una sentencia que le ha permitido regresar a Australia "como un hombre libre".
Su caso ha suscitado un debate global sobre la libertad de prensa, la transparencia gubernamental y los límites del periodismo en el siglo XXI. Hemos hablado con Aitor Martínez, abogado de Julian Assange.
Como decíamos Assange puso en marcha WikiLeaks, una plataforma que permitía la denuncia anónima de actos de corrupción y crímenes, que se convirtió rápidamente en un símbolo de la libertad de prensa. WikiLeaks revolucionó la manera en que se filtraban y publicaban las informaciones confidenciales, permitiendo a los informantes enviar documentos de forma segura y anónima. Gracias a esta innovadora tecnología, la organización divulgó información significativa sobre corrupción política en Islandia, fraudes bancarios en Suiza, ejecuciones extrajudiciales en Kenia, delitos medioambientales en Costa de Marfil y censura en internet en China.
Uno de los hitos más significativos de WikiLeaks fue la publicación de los denominados "Iraq War Logs" y "Afghanistan War Diary". Estos documentos revelaron crímenes de guerra cometidos por el ejército estadounidense en Irak y Afganistán. Entre las publicaciones más impactantes se encuentra el video del helicóptero Apache en Bagdad, que muestra el ataque indiscriminado contra civiles desarmados, incluidos dos periodistas de Reuters. Esta divulgación provocó una reacción mundial y evidenció la brutalidad de algunos actos de guerra que se mantenían ocultos bajo el manto de la seguridad nacional.
Sin embargo, Estados Unidos, único país que persiguió judicialmente a Assange, le acusó de 18 cargos, 17 de ellos bajo la Ley de Espionaje, intentando asimilar su labor periodística a actividades de espionaje. Martínez resalta la ironía de esta situación, considerando que en casos anteriores, como el del Watergate o los Papeles del Pentágono, periodistas estadounidenses que publicaron información clasificada no fueron procesados, sino reconocidos y premiados.
La extradición de Assange a Estados Unidos se tornó inviable después de que las autoridades británicas solicitaran garantías de que Assange recibiría la protección de la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que garantiza la libertad de prensa. Estados Unidos no pudo proporcionar dichas garantías, dado que su jurisprudencia no extiende la Primera Enmienda a extranjeros. Para el abogado la enorme presión de la comunidad internacional, con movimientos en favor de Assange en todo el mundo y pronunciamientos de organismos de derechos humanos, fue crucial para la decisión final de Estados Unidos.
Añade que el proceso judicial contra Assange ha sido selectivo y marcadamente injusto, dirigiéndose únicamente contra él a pesar de que las publicaciones de WikiLeaks fueron realizadas en colaboración con importantes medios de comunicación globales como The Guardian, New York Times o El País.
Assange, ya en Australia regresa a casa y se enfrenta a una recuperación física y psicológica después de años de encarcelamiento y condiciones de vida extremas. Desde su detención provisional en 2010, pasando por el arresto domiciliario y su reclusión en la embajada de Ecuador en Londres, hasta su confinamiento en una prisión de máxima seguridad en el Reino Unido, Assange ha soportado condiciones que Naciones Unidas calificó como "detención arbitraria". Su estado de salud es delicado, agravado por años de confinamiento y privación de libertad.
Respecto a su futuro, Martínez opina que sería lógico que Assange continúe en el ámbito del periodismo, dado su estatus como ícono de la libertad de prensa del siglo XXI. Sin embargo, subraya que esta decisión es personal y corresponde únicamente a Assange.
El caso de Assange no solo es un episodio sobre la vida de un periodista, sino que establece un precedente preocupante para la libertad de prensa en todo el mundo. La liberación de Assange, aunque marca el fin de un capítulo, deja abiertos muchos interrogantes sobre el equilibrio entre la seguridad nacional y la libertad de prensa en las democracias modernas.