El 26,9 por ciento de la población residente en España estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2023, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística.
Por tramos de edad, y fijándonos en dos poblaciones especialmente vulnerables: el 33,5% de los menores de 16 años se encontraban en 2023 en riesgo de pobreza, mientras que el porcentaje de mayores de 65 años en esa situación era del 21,1%.
Estos son los datos, que nos reflejan claramente que la situación es preocupante, y por desgracia todavía muchas personas necesitan ayuda. Hay muchas maneras de ayudar a través de diferentes asociaciones. Hoy hablamos de una Fundación que hace una labor extraordinaria, y centra sus esfuerzos en dar de comer todos los días a muchísimas personas que lo necesitan.
Hablamos con Marisé García, directora de la Fundación Ayuda a una Familia, una ONG con 8 años de vida. García explica que la fundación fue establecida por Conor Hannah tras su regreso de Irlanda, al observar la creciente necesidad entre las personas sin techo en Valencia.
La fundación opera una cocina central en Fuente del Jarro, Paterna, donde preparan entre 1.200 y 1.300 comidas los lunes, miércoles y viernes. Estas comidas son distribuidas a las personas sin hogar en el río, diferenciadas en colas de españoles y musulmanes para respetar sus preferencias alimenticias. La organización depende completamente de donaciones, tanto económicas como de alimentos, para llevar a cabo su labor.
Además de la distribución de alimentos, la fundación ofrece una gama de servicios adicionales a las personas sin techo. Estos incluyen curación de heridas, asistencia dental, y provisión de artículos de higiene personal como champú, gel y maquinillas de afeitar. También organizan campañas para distribuir tiendas de campaña, sacos de dormir, repelente de mosquitos y protector solar, especialmente durante el invierno y el verano.
A lo largo de los años, García ha observado un incremento significativo en la cantidad de personas que requieren ayuda. Desde el inicio de la fundación, el número de beneficiarios ha crecido de 300 a más de 1.200 personas. Este aumento se debe en parte a la llegada constante de pateras con inmigrantes musulmanes y africanos, quienes se encuentran en situaciones de desamparo en España. La pandemia de COVID-19 también ha exacerbado la situación, aumentando la demanda de alimentos y otros servicios básicos.
El perfil de las personas que acuden a la fundación ha cambiado en los últimos años. García destaca que cada vez más familias jóvenes con niños necesitan ayuda para sobrevivir. Durante el año escolar, intentan proveer comidas adicionales para los niños que no tienen acceso a becas de comedor. Sin embargo, en verano, la situación se agrava con más niños acompañando a sus familias en las colas para recibir alimentos.
García hace un llamamiento a la comunidad para colaborar con la fundación. Explica que hay múltiples maneras de ayudar: desde participar como voluntarios en la cocina y en la distribución de alimentos, hasta donar alimentos o dinero. Las donaciones son especialmente críticas, ya que ciertos productos, como el aceite y el tomate frito, son siempre escasos.
La fundación también espera que la nueva ley sobre el desperdicio alimenticio pueda aumentar las donaciones de alimentos. Sin embargo, la inflación ha afectado significativamente la cantidad de donaciones que reciben, lo cual complica aún más su labor.