El uso de la tecnología y su relación con el malestar juvenil ha sido un tema central en la investigación académica y la práctica sanitaria durante la última década. Aunque la correlación entre el uso de redes sociales y los problemas de salud mental en los jóvenes no se ha determinado de manera concluyente, la búsqueda de respuestas avanza, particularmente en Estados Unidos, donde también se exige una mayor responsabilidad a las plataformas tecnológicas.
Un estudio reciente de la Universidad de Carolina del Norte, realizado con 169 adolescentes de entre 12 y 15 años, ha observado cambios cerebrales asociados con los hábitos de consumo de redes sociales. Sin embargo, aún no se ha establecido si las redes sociales son la causa de estos cambios o si estos cambios influyen en el uso de las redes sociales.
La evidencia científica y clínica sobre el impacto de las redes sociales en la salud mental de niños, adolescentes y adultos está creciendo. Los profesionales de la salud observan cómo la constante validación que los jóvenes buscan en las redes sociales afecta su desarrollo cognitivo y emocional. La exposición continua a la aprobación y retroalimentación de otros puede generar una presión inmensa, ya que los adolescentes están en una etapa vulnerable, buscando aprobación y definiendo su identidad.
El impacto de las redes sociales va más allá de la validación constante. Los adolescentes pueden sentirse en competencia perpetua al comparar sus vidas con las versiones idealizadas de otros en plataformas como TikTok e Instagram. Este fenómeno puede provocar sentimientos de insuficiencia y descontento, ya que los jóvenes a menudo perciben sus vidas como menos emocionantes o satisfactorias en comparación con las de los demás.
Además, muchos adolescentes sienten que deben mantener una imagen falsa de felicidad y éxito en las redes sociales, lo que puede llevar a una desconexión entre su identidad en línea y sus verdaderos sentimientos. Este desfase puede generar un efecto dominó de insatisfacción personal, contribuyendo a problemas de salud mental como ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y trastornos dismórficos corporales.
El impacto de las redes sociales en la salud mental no se limita a la percepción de la vida propia y la de los demás. También afecta cómo los jóvenes experimentan y gestionan sus emociones. La exposición constante a la vida de otros puede generar sentimientos de envidia, odio y resentimiento. Las redes sociales pueden movilizar emociones intensas y negativas, que pueden manifestarse en linchamientos públicos y humillaciones.
A pesar de la evidencia creciente, el debate científico sobre la relación causa-efecto entre las redes sociales y los problemas de salud mental sigue sin resolverse. En Estados Unidos, la búsqueda de respuestas y la exigencia de responsabilidad a las plataformas tecnológicas van en aumento. Los investigadores abogan por una mayor financiación y presión para que las empresas tecnológicas compartan datos sobre cómo funcionan sus algoritmos y cómo estos influyen en el comportamiento de los usuarios.
Una de las propuestas para mitigar los efectos negativos de las redes sociales es la desconexión del algoritmo que impulsa estas plataformas. Además de la regulación externa, es crucial educar digitalmente y emocionalmente a los usuarios para que aprendan a autorregularse. La educación en el uso de las redes sociales y el desarrollo del pensamiento crítico son fundamentales para que los jóvenes naveguen por Internet de manera segura y saludable.
La intervención de todos los actores implicados—padres, educadores, administraciones y empresas tecnológicas—es esencial para encontrar un equilibrio entre el mundo online y el offline. Este esfuerzo colectivo es necesario para abordar los crecientes problemas de salud mental relacionados con el uso de la tecnología.
Hablamos de ello con Alicia Banderas, psicóloga sanitaria y autora del libro “Habla con ellos de pantallas y redes sociales”.