En los albores del verano de 1993, el Valencia presentó oficialmente a su primer fichaje para la temporada siguiente: un delantero yugoslavo de 24 años llamado Predrag Mijatovic. A pesar de su aspecto inicial poco favorable, con una camisa de estampado imposible y una condición física algo pasada de peso, Mijatovic, apodado "Peđja", se puso en forma rápidamente y demostró su valía en el campo.
La primera temporada de Mijatovic en el Valencia estuvo marcada por la tragedia de Kalsruher, una derrota europea humillante que sacudió al club. Sin embargo, en la temporada siguiente, con un equipo remodelado y Parreira como entrenador, Mijatovic brilló nuevamente, ayudando al Valencia a llegar a la final de la Copa del Rey, donde anotó el único gol del equipo en la final del agua contra el Deportivo de la Coruña.
Fue en su tercera temporada cuando Mijatovic se convirtió en la verdadera figura del equipo bajo la dirección de Luis Aragonés. Jugando como delantero, igualó la histórica marca de 28 goles de Kempes en la Liga y guió al equipo al subcampeonato. Sin embargo, justo cuando el Valencia competía por el título con el Atlético de Madrid en 1996, se filtró que Mijatovic había firmado un contrato con el Real Madrid, que pagaría su cláusula de rescisión. A pesar de sus repetidas negaciones, el acuerdo se había cerrado, y Mijatovic se convirtió en el enemigo público número uno para los valencianistas, ganándose el apodo de "Judas".
A pesar de la animosidad, su partida era comprensible como la de cualquier persona que acepta una mejor oferta laboral. Años después, en un partido de la Champions en 2000, el Valencia eliminó a la Fiorentina, donde jugaba Mijatovic, con un gol en el último minuto, lo que fue visto como una venganza simbólica.
Curiosamente, la vida canalla de Mijatovic no se desarrolló en Valencia, sino en Madrid, donde frecuentaba discotecas y se involucró en escándalos amorosos tras su divorcio. A pesar de su regreso a Valencia para jugar en el Levante durante la temporada 2002-2003, Mijatovic desapareció del imaginario valencianista, que había superado su traición gracias a los buenos resultados del equipo.
El centenario del club revivió la polémica, ya que Mijatovic participó en los actos conmemorativos y expresó su gratitud al Valencia. Sin embargo, sus declaraciones deseando la victoria del Real Madrid en un choque contra el Valencia volvieron a despertar la antipatía de los aficionados, reafirmando que nunca debieron confiar en alguien con aquel aspecto y aquella camisa de flores.