Música y ópera

POST ROCK

Lisabö: “Siempre nos ha atraído unir música y poesía”

La veterana banda de Irún ofrecerá esta noche en la sala Moon de Valencia uno de los últimos conciertos de su gira

  • Lisabö -

VALÈNCIA. Lisabö se gestó en una época y un entorno underground bastante concreto, pero su música, ubicada en algún punto inconcreto entre el post rock, el post hardcore y el noise, tiene una cualidad atemporal que vale su peso en oro. Hay en ella muchos quilates de honestidad artística, intensidad emocional y compromiso ético y político. 

La banda de Irún, a la que podremos ver hoy jueves 6 de febrero en la sala Moon de Valencia, lleva casi tres décadas viviendo bajo sus propios términos. Ningún elemento externo, más allá de sus vidas personales, les marca el paso. Sus discos no están colgados en Spotify -aunque sí pueden escucharse gratuitamente a través de Bandcamp, que es una plataforma mucho menos opaca y torticera-, y no han tenido nunca redes sociales. Cuando quieren anunciar algo -pongamos, la salida de su último disco, Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte (BIdehuts, 2023)-, lo hacen sin volverse locos con las estrategias. Envían un comunicado pocos días antes, sin pasar por el trámite de “calentar el ambiente” con una lluvia anticipatoria de videosingles. Tampoco se pliegan al frenesí, tan propio del siglo XXI, a la hora de publicar nuevo material. Componen sin prisa y sin ceder a las presiones de una industria que aboca a la producción y a la exposición pública constante. Son impermeables a ese miedo generalizado a que “el público no se olvide de ti”.  


“El hecho de que ninguno de nosotros nos dediquemos profesionalmente a la música nos da mucha libertad en ese sentido”, apunta Sergio González (Irún, 1981), uno de los dos bateristas de la actual formación del sexteto vasco, cuya profesión “oficial” es la de maestro de primaria (ocupación que por cierto comparte con otros dos miembros de Lisabö). “Como los compromisos familiares y laborales limitan tanto nuestras agendas, para nosotros cada concierto es muy especial. Siempre tenemos la sensación de que esta puede ser nuestra última gira, pero no porque no queramos seguir, sino porque nos cuesta mucho juntarnos para sacar temas nuevos, ensayar, grabar… ya no te digo lo difícil que nos resulta organizarnos para tocar fuera. Por otra parte, estas dificultades nos ayudan a mantener nuestra ilusión intacta, cosa que para nosotros es imprescindible, porque nuestro único objetivo con la música es disfrutar”. 

Después de pasar por varios sellos independientes en sus primeros años Lisabö tomó las riendas de sus discos con la creación del sello Bidehuts, que no funciona como una empresa, sino como un colectivo autogestionado entre varias bandas que toma sus decisiones de forma asamblearia y no tiene ánimo de lucro. Sus beneficios se repercuten en la supervivencia del propio sello y los grupos que la forman. Básicamente, todo en Lisabö pasa por ellos: desde la grabación y la mezcla hasta el diseño de las portadas, la redacción y emisión de las notas de prensa, el encarte de los discos y el trabajo de atender pedidos, empaquetar los vinilos y llevarlos a la oficina de correos. “En Bidehuts tenemos repartidas todas las funciones, que van rotando para que las tareas no resulten demasiado cansinas o monótonas -nos explica Sergio-. Hacerlo todo nosotros está muy bien porque tenemos independencia total, pero hay que dedicarle bastante tiempo y es una responsabilidad colectiva. Por eso, cuando a veces alguien nos pide un disco por correo y se queja de que no le ha llegado a los tres días, nos damos cuenta de que esa persona no está teniendo en cuenta que esto no es una empresa ni hay empleados. Que todo lo hacemos nosotros, sacando tiempo como podemos”.

En cuanto al catálogo de bandas del sello, la política de entrada tiene mucho más que ver con los valores que con el estilo musical, que es muy abierto. “En principio no hacemos busqueda activa de grupos. El sello está ahí, y cuando alguna banda nos dice que le interesa entrar, lo sometemos a votación entre todos los miembros de Bidehuts. Cuantas más manos mejor, pero aceptando las condiciones de compromiso y sabiendo que si lo que buscas como grupo es profesionalizarse y acabar viviendo de la música, probablemente existen plataformas más eficaces. Nosotros somos honestos y transparentes, pero nuestra filosofía no tiene nada que ver con el objetivo de vivir de la música”.

Cada concierto es diferente

Efectivamente, una razón añadida para no perderse el concierto de esta noche es el hecho de que los conciertos de Lisabö no solo son explosivos emocionalmente, sino también muy escasos y experiencias únicas. Además del margen que le dan a la improvisación y las digresiones ruidistas, Lisabö no suele replicar el mismo setlist una y otra vez. Los temas que se tocarán en el concierto de Valencia no serán los mismos que los de Madrid o Barcelona. Esto significa que sus fans de largo recorrido pueden encontrarse con temas de las primeras etapas, incluso alguno que nunca antes hayan escuchado en directo.

Sergio González, que comparte con Eneko Aranzasti el papel de las dos baterías en Lisabö, se incorporó al grupo en el año 2018, aunque su amistad con los miembros fundadores se remonta a la infancia. “Nos conocemos de toda la vida, porque somos del mismo pueblo y nos movíamos por el mismo barrio. Hemos crecido juntos y mamado las mismas épocas y tendencias musicales. Por suerte, nos tocó vivir un momento muy fructífero”.

Lisabö
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Lisabö pertenecen a una escena musical y una etapa cronológica -la del hardcore y el rock experimental de los años noventa y principios de los dosmiles-, que daba mucha importancia a la distorsión, las atmósferas sonoras densas y la experiencia catártica y visceral de los directos. Estaban hermanados de manera directa o indirecta con otras bandas del País Vasco como Dut, pero también con otros grupos de culto, hoy ya desaparecidos, como los catalanes Aina, los madrileños A Room With a View. Por supuesto, Lisabö eran a su vez herederos de formaciones como Fugazi, Slint, Shipping News o June of 44. En cualquier caso -ahí está la grandeza de esa escena- cada uno de los grupos mencionados tenía una personalidad musical muy marcada, para nada intercambiable.

Martxel Mariscal, el poeta de cabecera de Lisabö

Mención aparte merece el peso poético de las letras de Lisabö, que también es un rasgo muy característico del rock experimental de los noventa, con ejemplos paradigmáticos como El Desvän del Macho o 713avo amor, cuyos textos eran crudos, oscuros, y muchas veces inescrutables, pero al mismo tiempo tenían un enorme valor literario. Hablamos de proyectos musicales que iban al tuétano y no tenían ningún complejo a la hora de utilizar imágenes y metáforas con florituras y enjundia intelectual. Hoy en día no es muy común encontrar títulos de discos del estilo de Hasta que me convertí en un hueso desnudo en el jardín helado (Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte) o En los vestigios de la belleza nos desnudamos (Eta Edertasunaren Lorratzetan Biluztu Ginen). 

El caso de Lisabö es bastante particular en este sentido; no solo por su apuesta por la normalización y reivindicación del euskera como vehículo de comunicación, sino por el hecho de que su letrista, el escritor y poeta Martxel Mariscal (Hondarribia, 1964), no canta ni está presente en los conciertos, a pesar de ser una parte esencial del grupo. En el pasado, Martxel Mariskal Balerdi fue bajista y letrista de Beti Mugan y a lo largo de su vida ha sido colaborador de otros grupos vascos como Dut y Sagarroi. 

“Martxel no solo es un miembro más, sino que de hecho Lisabö no sería Lisabö sin él. Es quien construye el universo poético de la banda -afirma Sergio-. No dejamos de asombrarnos de su capacidad de plasmar en letras esas ideas, y la dulzura y la desnudez con la que lo hace”. “Siempre nos ha atraído la unión de la música y la literatura. Es una manera de acercar la poesía a otro público que igual de otra manera no se hubiera acercado a ese tipo de textos. En realidad, aunque esta manera de trabajar al final es más laboriosa, porque el trabajo lírico nos viene dado, para nosotros, como aficionados a la lectura, es un honor contar con él. Lamentablemente, Martxel está delicado de salud, pero siempre encuentra tiempo y energías para enviarnos nuevos textos. No sé si es generacional o no, pero ahora mismo no tenemos muchas referencias de bandas que trabajen mucho la parte lírica. No digo que sea mejor o peor, es solo que, aunque a lo mejor la parte musical sí nos atraiga, no nos sentimos tan identificados con muchas de las letras que llegan a nuestros oídos”.

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