VALÈNCIA. Una sintonía leve de piano marca las primeras notas del EP de una protagonista que no necesita presentación. Con una Luna Valle que aún no tiene el carnet de conducir -ni el pelo largo- la artista valenciana, acompañada del piano de Carola, se atreve a echar raíces con su nuevo trabajo: espinas, un EP que viaja entre las emociones más adultas y que habla sobre el inicio, final y transcurso del amor.
Con una propuesta arriesgada en la que la voz y el tono marcan el ritmo sobre el piano, Valle busca generar un espacio en el que crecer dentro del proyecto musical que lleva su nombre y en el que, por fin, se pone como protagonista: “En este EP hay una parte del yo más allá de las canciones, surge de forma orgánica y me interesa que entre Luna Valle. En prueba de fuego el sujeto deja de ser los chicos para contar cómo me siento yo con los chicos y en espinas el sujeto soy yo”.
Sorteando a los chicos -sí, en plural- y centrándose en sí misma, la artista se carga de ironía, honestidad y erotismo para dar forma a unos sentimientos que crecen con ella y que se muestran a lo largo de cinco canciones. Paseando en ropa interior y dejando todo de tu campo, se sincera sobre el amor adulto con letras irónicas en las que interpela a los rompecorazones a los que les canta “en ese corazón tan pequeño no sabe no te cabe ni mi ropa interior”. “Es mi manera de dar forma a los sentimientos en los que se ve una faceta un poco más de mala y de rabia. Las letras nacen desde la ironía mientras sigo jugando con lo poético y lo divertido”.
- Pruebas de portada para Espinas -
- LUNA VALLE
A la Luna protagonista le siguen también espacios como las catedrales, máquinas como los coches y seres vivos como las flores que cobran vida con sus letras. Los elementos inanimados perduran en temas que Valle compone durante su estancia en París y que señalan el inicio de una nueva etapa que florece en el estudio de Carlos Ortigosa y en el que Valle muestra más su emocionalidad: “Me convierto en alguien que tiene muchas cosas que decir y lo hago gracias al piano como personaje y a las ideas que comento junto a Carola. El proyecto nace y crece por el amor que tengo a las cosas, por mi intuición y seguridad”.
Con un título que apela a una etapa “menos positiva y brillante” Valle piensa en las espinas como ese elemento que salen para protegerla: “En las canciones hablo de las cosas que me apenan o que me hacen cuestionarme y que, de alguna manera, son mis espinas. Las canciones las hago para sacármelas poco a poco”. Lo hace también a través de lo visual, en una portada en la que juega con plastilina sobre las fotografías de un fotomatón parisino y en el que se muestra de una forma más “tétrica y tapada” dando paso a una vibra más oscura en la que deja que fluya parte de su crecimiento: “Me cuestiono a mi misma y juego con una Luna que está modificada y cambiada porque me veo con perspectiva y con un filtro en blanco y negro. La Luna que vemos en la portada es la que compuso esta canción”.
A lo largo de cinco temas se ve que el EP espinas no es “ni tierra, ni carbón”, es un pequeño diamante que dura poco más de once minutos y que ayuda a comprender cómo la artista pasa del oro al brillo de las espinas que despuntan. El algodón no engaña, y resulta difícil no decir “Luna sí, sí, sí” en un trabajo en el que, aunque pinche, dan ganas de abrazar cada nota.