Este miércoles se inauguraba Fitur en el reciento ferial Ifema de Madrid. La gran cita del sector turístico en España, una de las mas importantes de Europa que ha llegado bajo un clima de optimismo por los datos que se colocan a niveles prepandemia pero bajo la amenaza de la incertidumbre radical en la que nos encontramos casi a diario. Hablamos de turismo con Enrique Bigné, catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados en la Universitat de València, y que fue Decano de la Facultat d'Economía.

La fotografía actual nos muestra un sector al alza, recuperando peso en el PIB y aparentemente bien posicionado a pesar de todo lo que ha caído.  Primero, el Brexit, el auge del comercio chino, luego llegaron los conflictos políticos, la pandemia, el alza de los precios, la guerra. Todo ello nos sitúa en un estado permanente de incertidumbre, lo que exige anticipación y flexibilidad de las empresas, por ello es vital la utilización de datos e innovación y el uso de la inteligencia artificial, al que algunos aún le tienen respeto. "La inteligencia artificial se basa en algoritmos avanzados basados en datos de los usuarios basados en los comportamientos de ellos, lo que no debería preocuparnos pero dicho eso,  si que es cierto que el control sobre la utilización de los datos requiere una regulación pública para no extralimitarse en sus conocimientos de lo que realizamos en nuestra actividad diaria", recuerda Bigné.

Sostenibilidad

Se habla de tecnología, innovación y sostenibilidad como retos para el futuro. Éste último aspecto se enmarca en los objetivos marcados por la agenda 2030. Dicen que el turismo sostenible se continúa perfilando para el sector como la única opción del futuro. La Agenda 2030 puede ser una aliada para la transformación del sector. E influir en la elección del turista. Si el destino es sostenible o no.  "Sí influye en cuanto a alojamiento y transporte, pero no es determinante de la elección, y lo será para ciertos sectores y para ciertos mercados, cuánto más hacia el norte en Europa más determinante es esa cuestión, y tiene que ver con la disponibilidad económica, cuando uno tiene más puede desviar recursos en aras a un cierto beneficio social, pero cuando uno no tiene, no prima esa cuestión solidaria sino las personales", explica Bigné.

La realidad virtual

El futuro pasa por la sostenibilidad y por la realidad virtual. El metaverso puede considerarse un nicho de mercado. "Yo diría que sí, estamos en los momentos emergentes, algunos destinos y museos ya están poniendo en realidad virtual sus propios recursos turísticos, esto me suena a cuando aparecieron las RRSS, que decían que era algo pequeño pero ahora son un motor esencial, todo apunta a que va a tener una velocidad tremenda, por un lado porque hay grandes agentes internacionales que están apostando, y, segundo,  porque cada vez los segmentos más jóvenes de la población son más próximos al uso de las tecnologías en sus vidas cotidianas", sostiene el catedrático.

Empleo, precios y tasas

Uno de los problemas que tiene el sector versa sobre el empleo. En concreto, por las dificultades que tienen las empresas para encontrar profesionales. "Este sector debe tener capacidad de atracción y mantenimiento de los empleos en los momentos donde no hay tanta actividad turística, puede que a uno le guste el sector pero no estar dispuesto a hacerlo solo unos meses, por lo tanto, la consideración de la formación, el talento y el tipo de contrataciones son determinantes", asegura el experto.

Hablamos también de la asignación de precios, una de las tareas más difíciles en el sector del turismo y el principal factor a la hora de decantarse por una oferta u otra por parte de los clientes. Bigné considera que el mercado valenciano y el español no tienen que preocuparse de ello pues tiene la mejor relación calidad precio del entorno.

En este sentido, se discute, en clave autonómica, de la tasa turística, ley aprobada pero que no se pondrá en funcionamiento hasta 2024. Será a elección del municipio en cuestión. Voluntaria. Aunque el debate llevó a plantear una tasa nacional para evitar desigualar la competitividad.  "La tasa si se tiene que implantar en el conjunto de los destinos o a uno solo, por un lado, afecta a la autonomía decisional de cada uno de los destinos y en segundo lugar, no es un gran problema desde el punto de vista de la elección del turista", expone Bigné que considera que, además, debería tener un carácter finalista. "Si el sector está generado unos ingresos, lo lógico es que revirtieran en el mismo, el sector no es la empresa particular sino la empresa arraigada en un destino y la finalidad debería estar vinculada, y eso supone mejorar infraestructuras, servicios que beneficiaran a los turistas pero también a los residentes de ese destino".

Esa tasa que conllevó debates en los que se acusaba a unos de desprecio al turismo, algo que subyace en ciertos ámbitos.  Aún hay una demonización del sector. La gentrificación, fricciones con la población local, la movilidad, el impacto del cambio climático en zonas costeras. Muchos problemas que deben resolverse con diálogo, estrategias e IA. Aunque seguirá existiendo la duda sobre el impacto negativo. "En parte por falta de desconocimiento, hacer un proyecto turístico es similar a la de otra actividad empresarial, pero con una componente social específica y que requiere de talento, de profesionalidad y de técnicos, la profesionalidad es equiparable a la de cualquier otro sector", asegura el catedrático.