Algunas encuestas dicen que seis de cada diez españoles admiten que siempre llegan tarde, entre 5 y 15 minutos, a una reunión o a una cita. No obstante, 9 de cada 10 asegura que siempre le toca esperar, al menos 5 minutos, cuando queda con alguien. ¿Qué lleva a algunas personas a ser impuntuales por sistema?
Vivimos en una sociedad acelerada, vamos con prisas a todas partes y el reloj se convierte, en ocasiones, en nuestro peor enemigo. Hoy nos preguntamos si los españoles somos puntuales o impuntuales… A todos nos suenan frases como... "Estoy saliendo de casa, llego en cinco minutos", "Estoy aparcando, no encuentro sitio", "me ha pillado un atasco"... Siempre utilizamos una excusa cuando llegamos tarde.
Algunas encuestas dicen que seis de cada diez españoles admiten que siempre llegan tarde, entre 5 y 15 minutos, a una reunión o a una cita. No obstante, 9 de cada 10 asegura que siempre le toca esperar, al menos 5 minutos, cuando queda con alguien.
¿Qué lleva a algunas personas a ser impuntuales por sistema? Hay quienes argumentan que la puntualidad es un asunto cultural y por lo tanto varía de un país a otro. En España un retraso de 10 minutos es aceptado como normal, pero no ocurre lo mismo en otros países como Alemania, Japón o EEUU donde la puntualidad es sagrada.
Seguro que muchos de nuestros oyentes han sufrido a tardones crónicos o quizá sean ellos los propios impuntuales. Hablamos de la impuntualidad y sus raíces psicológicas, sociales y culturales con el psicólogo Ángel Peralbo.
Destaca que la puntualidad e impuntualidad son conceptos aprendidos y sociales subrayando que diferentes entornos pueden influir en la cronificación de estos comportamientos. Según Peralbo, existen dos tipos principales de personas en relación con la puntualidad: aquellas obsesivamente puntuales y aquellas extremadamente relajadas. Las primeras, descritas como "excesivamente pendientes", tienden a llegar mucho antes de la hora acordada, mientras que las segundas suelen percibirse como irrespetuosas, aunque, en realidad, su impuntualidad se debe más a una falta de planificación y una mala regulación del tiempo.
Explica que la impuntualidad a menudo provoca enfados y frustraciones tanto en los impuntuales como en quienes esperan por ellos. Sin embargo, estos sentimientos no suelen llevar a una mejora en el comportamiento. "El enfado o la frustración no están generalmente asociados a una mejora", señala, enfatizando que para cambiar realmente el hábito de la impuntualidad se necesita más que buenas intenciones. Es esencial una adecuada planificación y gestión del tiempo, y adaptar ciertos malos hábitos.
La puntualidad también tiene una dimensión cultural significativa. Peralbo señala que en España, por ejemplo, un retraso de 10 minutos es socialmente aceptado, mientras que en países como Alemania, Japón o Estados Unidos, la puntualidad es estrictamente observada.
Aunque la impuntualidad puede tener consecuencias en el ámbito profesional, como la pérdida de oportunidades laborales, Peralbo añade que en contextos más informales, las repercusiones suelen ser menores, lo que contribuye a la cronificación del problema. "Las consecuencias en el trabajo suelen regular este comportamiento, pero en entornos más laxos, como con amigos, se cronifica el problema".
En cuanto al impacto de las nuevas tecnologías, Peralbo indica que, aunque herramientas como WhatsApp permiten avisar rápidamente de retrasos, también pueden fomentar la impuntualidad. "La rapidez e impulsividad de las redes sociales a veces aumentan la impuntualidad porque las personas están absorbidas en sus conversaciones y actividades online". Aunque el poder avisar de un retraso puede minimizar el enfado de quien espera, también puede crear una falsa sensación de que avisar es suficiente para mitigar la falta de puntualidad.
Peralbo también aborda el impacto emocional de la impuntualidad en quienes la practican. "El auto castigo a través de la culpa no funciona", afirma, explicando que la culpa y la ansiedad no son suficientes para inducir un cambio de comportamiento. Las personas impuntuales suelen ser conscientes de su problema, pero las emociones negativas que experimentan no les impulsan a modificar su conducta. Para lograr un cambio real, es necesario un esfuerzo consciente en planificación y gestión del tiempo.
El psicólogo concluye que tanto los excesivamente puntuales como los crónicamente impuntuales podrían beneficiarse de un equilibrio más saludable en la gestión del tiempo. "La gestión del tiempo de una manera adecuada, respetuosa y conveniente es clave. Según Peralbo, la mejora en los hábitos de puntualidad requiere un esfuerzo consciente y la voluntad de cambiar, además de una toma de conciencia sobre las acciones y el tiempo necesario para realizarlas.
La puntualidad y la impuntualidad son fenómenos complejos influenciados por factores psicológicos, culturales y sociales. Como resalta Peralbo, aprender a gestionar el tiempo adecuadamente y adoptar hábitos positivos es fundamental para mejorar estos comportamientos. Aunque la tecnología puede ofrecer soluciones temporales, el cambio real depende de una planificación cuidadosa y un compromiso personal para respetar los tiempos acordados.
Dirección: Rafa Lupión | Redacción: Lucía Nadal | Producción: Nacho Guerrero
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