VALENCIA. Licenciada en derecho, con Premio Extraordinario Fin de Carrera, Hortensia Roig trabajó en Uría y Menéndez y en Mercadona, la empresa familiar, hasta que descubrió el mundo de la enseñanza con la escuela de empresarios EDEM, fundada, entre otros, por su padre, Juan Roig. Confiesa que, recién licenciada, descartó preparar una oposición porque no consideraba justo jugárselo todo a una carta: «En EDEM hay varias pruebas, es más completo y global», explica, con una sonrisa que confirma su felicidad por dedicarse a lo que más le gusta.
–¿Qué necesidad se detectó para crear EDEM?
–La gente, para hacer un buen MBA tenía que irse a una capital europea. Y las que se podían ir eran personas de un determinado sector económico-social. Nosotros somos una fundación privada sin ánimo de lucro, por eso decidimos becar el talento y hacer un programa 100% becado con la intención de insertar a gente muy buena en las empresas de nuestro entorno. EDEM y la empresa becante pagan la beca y el alumno hace prácticas en la empresa que tiene una necesidad real, con lo cual el maridaje es perfecto.
–¿Cuál es el valor añadido de EDEM en el mundo de la enseñanza?
–Nuestro valor añadido es ofrecer formación empresarial pura y dura. Aquí nacemos desde la empresa, nuestros clientes, patronos y miembros son empresas. Los empresarios y directivos dan clases. Aquí se respira empresa. EDEM aporta conocimientos empresariales pero muy cercanos y reales, no son planteamientos teóricos. No somos una escuela de negocios, sino de empresarios. EDEM se constituye como fundación en el 2002, yo me incorporo en el 2005, junto a Antonio Noblejas y Manuel Palma. Teníamos claro que queríamos meter al empresario en el aula.
–Sin embargo, han creado un grado de ingeniería...
–A lo largo de nuestros diez años de existencia nos dimos cuenta de que el ingeniero tiene una alta demanda, pero muchas veces tiene que hacer un MBA para saber algo más de gestión antes de incorporarse a una empresa. La ingeniería es técnica, amuebla muy bien la cabeza, pero le hacen falta determinados complementos, desde finanzas hasta liderazgo. Habíamos creado ADE Emprendedores, pero vimos que era necesario que un ingeniero conociera todos los procesos productivos de la empresa. En este grado se le habla de costes, finanzas, creatividad...
(Lea la entrevista completa en el número de junio de la revista Plaza)