VALÈNCIA. Poco antes de que se estrenara el primer capítulo de Friends, James Burrows, que terminaría dirigiendo varios episodios de la serie, se llevó a los seis protagonistas a Las Vegas. En el transcurso de dicho fin de semana, Burrows les dijo: «Aprovechad estos días. Una vez que se estrene la serie ya no podréis ir a ningún sitio sin que os persigan». Quizá fue una cuestión de olfato o quizá fue un órdago, pero el caso es que el tipo acertó. En poco tiempo, Friends se convirtió en un éxito cuya influencia perdura décadas después de que la serie finalizara. Cuando, en 2023, volvió a emitirse en HBO MAX se convirtió en la más vista del año; antes había podido verse en Netflix, y también arrasó. El impacto que tuvo la muerte de Matthew Perry el pasado mes de octubre, supuestamente por su conocida adicción a las drogas, puso de relieve cuánto tuvo Friends de hito generacional y de fenómeno social. Para The Hollywood Reporter fue la mejor serie de la historia, y para Ranked, la mejor comedia de situación jamás filmada. Con ella nació una estirpe de estrellas entre las cuales destacaría Jennifer Aniston, que consiguió lo más difícil en estos casos: sobrevivir a su personaje televisivo y desarrollar una carrera de éxito en el cine.
¿Cuáles son los ingredientes que hicieron de Friends una experiencia televisiva tan celebrada como perdurable? Lo tenía todo para gustar. Estaba armada sobre capítulos breves —algunos no llegaban a los treinta minutos de duración—. Era divertida, y parte de su motor eran chistes y diálogos que, al igual que los de Frasier o Seinfeld, resisten sin fisuras al paso del tiempo. Y luego estaban los personajes, que retrataron a una generación de jóvenes blancos de clase media, a través de seis personalidades muy distintas entre sí. Tres hombres y tres mujeres cuyas edades están entre los veinte y los treinta años. Todos ellos viviendo en Nueva York, cuando la ciudad aún era capaz de evocar fantasías urbanas asociadas a los momentos más felices del capitalismo del siglo xx. Seis protagonistas con los que cada espectador o espectadora podía identificarse. Sus errores, sus aciertos, sus inseguridades... La amistad como eje universal y como punto de partida para afrontar la vida.
Una familia dentro y fuera del plató
Tal vez parte del magnetismo de la serie radique en el hecho de que sus actores se llevaban muy bien entre ellos. Formaban una familia también fuera del plató, algo inusual en este tipo de asuntos, donde los egos pueden más que cualquier otra cosa. Un detalle a destacar: durante la primera temporada, los protagonistas cobraban, cada uno, 22.000 dólares por capítulo. Cuando el éxito empezó a ser notorio, pelearon hasta subir a los cien mil dólares. Lo novedoso es que los seis unieron fuerzas y negociaron juntos, una política que mantuvieron hasta que la serie terminó, cuando ya percibían sueldos millonarios.