VALÈNCIA. Hubo una época en la que los cruceros se llevaban a cabo en barcos de tamaño más o menos razonables. Todavía no eran ciudades flotantes, y eso proporcionaba una cierta cercanía entre pasajeros y tripulación. Vacaciones en el mar (The Love Boat) llevó a casa de los telespectadores una nueva fantasía: viajes a lugares exóticos (aunque el destino más repetido fuese Puerto Vallarta), en una nave lujosa donde los miembros clave de la tripulación se deshacían en atenciones por sus clientes. Hasta el capitán se desvivía para que, llegado el caso, una ancianita se reconciliara con su nieto, aunque lo más impresionante era el efecto cupido que se vivía en el transatlántico conocido como Princesa del Pacífico. Cualquier sombra de divorcio quedaba conjurada, cualquier atisbo de soltería era eliminado. El capitán Merrill Stubbin (Gavin McLeod), el doctor Adam Bricker (Bernie Kopell), el sobrecargo Burl ‘Gopher’ Smith (Fred Grandy), el camarero Isaac Washington (Ted Lange) y la directora de cruceros Julie McCoy (Laura Tewes) se encargaban de solucionarle los problemas personales al pasaje. Hasta la hija del capitán Stubbin acabó formando parte del elenco y metiendo las narices en las vidas ajenas. En cierta manera, el Princesa del Pacífico era como una casa flotante de citas a ciegas. Gran parte de su atractivo residía en eso.
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