Con la llegada de septiembre, muchas personas sienten que el verdadero comienzo del año ha llegado. Es el momento en que se retoman rutinas y se fijan nuevos propósitos, como la vuelta al cole, al trabajo y la adopción de un estilo de vida saludable. Tras las vacaciones, la mente despejada y las ilusiones renovadas nos motivan a establecer metas, que van desde hacer dieta y aprender idiomas hasta ir al gimnasio tres días por semana y dedicar más tiempo a la familia. Sin embargo, ¿qué tan capaces somos de cumplir con estos propósitos? ¿Por qué las posibilidades de fracasar son altas? ¿Existe una forma de garantizar que llevaremos a cabo nuestras resoluciones?
Según Javier Sabines, psicólogo sanitario y experto en psicología del trabajo y las organizaciones, la dificultad radica en que estos objetivos a menudo requieren de un tiempo considerable. Muchas veces, estos propósitos están relacionados con la salud y el deporte, aspectos que suelen relegarse a un segundo plano frente a las obligaciones laborales o profesionales que también regresan en septiembre. La emotividad prevalece sobre la racionalidad al elaborar estos objetivos, y el ser humano, a pesar de considerarse racional, suele ser dominado por sus emociones. Cuando estamos alegres, interpretamos los eventos de manera positiva, pero cuando estamos enfadados, todo parece negativo.
La emoción juega un papel crucial en nuestra motivación para alcanzar los objetivos. A menudo, nos autoengañamos, pecando de codiciosos al plantear metas poco realistas. Esto genera una discrepancia entre la conducta y el objetivo, lo cual puede resultar en frustración y una etiqueta negativa de uno mismo, como "perezoso" o "vago". Este ciclo de intentos fallidos puede destruir nuestra motivación futura.
Para evitar estos errores, es esencial definir claramente los objetivos y tener indicadores que nos permitan medir nuestro progreso. Además, es crucial tener una buena relación con nuestros objetivos. Si deseamos hacer deporte, pero ridiculizamos a quienes lo practican, o si queremos estudiar pero menospreciamos a los "cerebritos", será difícil comprometernos con nuestras metas.
La vuelta de las vacaciones también suele estar marcada por la intención de perder el peso ganado durante el verano. Sin embargo, muchas personas optan por dietas restrictivas, que, según el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, conllevan riesgos significativos. Estas dietas, aunque eficaces a corto plazo, no son sostenibles y pueden llevar a efectos adversos como el efecto rebote, pérdida de masa muscular y déficits nutricionales.
Mari Cruz Manzaneque, secretaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, advierte que lo importante no es la pérdida de peso rápida, sino ganar en salud y calidad de vida. Recomienda acudir a un dietista-nutricionista colegiado, quien puede proporcionar una dieta saludable acorde a nuestros gustos y necesidades, y a un profesional de la actividad física para complementar la alimentación con ejercicio. También sugiere considerar la ayuda de un psicólogo para abordar cualquier problema subyacente que pueda estar afectando nuestra relación con la comida.
José Ángel Martínez, entrenador personal, destaca que muchos abandonan sus planes de ejercicio en septiembre porque no planifican adecuadamente. Recomienda establecer un plan de ejercicios realista y programarlo en la agenda diaria. Incluso desde casa, se pueden realizar ejercicios efectivos si el tiempo es limitado. Es vital moverse más en el día a día, dormir adecuadamente y reducir el estrés mediante técnicas como la meditación o el mindfulness.