Con el final del curso académico, muchos estudiantes se encuentran inmersos en la preparación de sus trabajos de fin de grado o máster. En este contexto, la inteligencia artificial (IA) ha surgido como una herramienta muy popular entre los jóvenes, facilitando la elaboración de resúmenes, disertaciones y otros tipos de documentos académicos. Sin embargo, este uso indiscriminado de la IA conlleva riesgos significativos, particularmente en lo que respecta a la propiedad intelectual y la veracidad de la información utilizada. Hablamos de esta cuestión con María González, abogada experta en tecnología, privacidad e inteligencia artificial.
González destaca que uno de los principales problemas del uso de la IA en el ámbito académico es la potencial violación de los derechos de propiedad intelectual. "Con la utilización de esta tecnología en la realización de trabajos se pueden estar vulnerando los derechos de propiedad intelectual, entre otros". Muchos estudiantes, según la experta, no son conscientes de estos riesgos y usan la IA sin la debida precaución, lo que puede llevar a consecuencias legales.
Otro problema señalado por González es la falta de veracidad de la información obtenida a través de la IA. Los estudiantes pueden presentar trabajos basados en datos incorrectos o incluso secretos empresariales inadvertidamente filtrados. "Nos podríamos encontrar con que estén presentando trabajos en los que se estén vulnerando derechos de secretos empresariales y demás", advirtió. Este desconocimiento puede derivar en la presentación de trabajos que no solo son erróneos sino también ilegales.
Las consecuencias para los estudiantes que utilicen IA para plagiar son variadas. Las sanciones pueden provenir tanto de la institución educativa como de los titulares de los derechos de propiedad intelectual. Además, las universidades y otras instituciones educativas también tienen sus propios mecanismos para sancionar el plagio, que pueden incluir la invalidación del trabajo y otras penalizaciones académicas.
Las instituciones educativas también enfrentan retos significativos al tratar de regular el uso de la IA. González sugiere que las universidades deben tener estatutos claros que aborden el uso de la IA y las consecuencias del plagio.
Para mitigar estos riesgos, González recomienda una mayor concienciación y formación tanto para estudiantes como para profesores. "El consejo que daría a nivel general sería fomentar la concienciación y la formación y el conocimiento de qué herramienta tenemos entre manos", sugirió. Esta formación debería incluir tanto el uso adecuado de la IA como la comprensión de los riesgos asociados. Además, González enfatiza la necesidad de que los padres también participen en este proceso de concienciación, dado que la tecnología está integrada en la vida cotidiana de los jóvenes.
Curiosamente, los profesores también utilizan herramientas basadas en IA para detectar plagio en los trabajos de los estudiantes, lo que añade otra capa de complejidad. "Es curioso que algunas de las plataformas o las aplicaciones que se utilizan actualmente cuando tú indagas un poco en qué es lo que hay detrás son empresas que están fuera del espacio económico europeo", observó González, subrayando la necesidad de evaluar estas herramientas con cautela para asegurar la protección de datos y la precisión de los resultados.
De cara al futuro, la comunidad educativa enfrenta el desafío de integrar la IA de manera segura y efectiva en el proceso de enseñanza y aprendizaje. González sugiere que las instituciones deben comenzar a preparar el próximo curso con una regulación más clara y concisa sobre el uso de la IA.
En conclusión, mientras que la inteligencia artificial ofrece numerosas ventajas, su uso en el ámbito académico requiere una regulación y una educación adecuada para evitar problemas legales y éticos. La formación y la concienciación son esenciales para garantizar que tanto estudiantes como profesores utilicen estas herramientas de manera responsable y beneficiosa.