Durante muchos años, el tabaco fue considerado un signo de virilidad y que los futbolistas fumaran, algo normal y hasta lógico. Pero en los tiempos recientes, en que fumar es casi de apestados, también ha habido jugadores del Valencia adictos a la nicotina
Nuestra percepción del mundo y nuestras preocupaciones sociales cambian con el tiempo, reflejando la evolución de la sociedad. Un ejemplo claro es cómo han cambiado las actitudes hacia el tabaco, especialmente en el deporte. En el pasado, fumar era una actividad socialmente aceptada, incluso entre deportistas de élite. Sin embargo, en las últimas décadas, ha habido un cambio drástico en la percepción social del tabaco, hasta el punto de que ahora se considera inaceptable que un deportista de alto rendimiento fume.
En décadas pasadas, era común ver a futbolistas fumando y no era algo que se ocultara. Los vestuarios estaban frecuentemente llenos de colillas, y las fotos de jugadores con cigarrillos eran la norma. Un ejemplo emblemático es la "delantera eléctrica" del Valencia, donde futbolistas como Epi, Amadeo, Mundo, Asensio, y otros, posaban con cigarrillos en mano. Este hábito continuó hasta los años 80, donde figuras icónicas como Mario Kempes, Arias y Diarte, no ocultaban su afición por el tabaco. En esos tiempos, un cigarrillo era visto como un símbolo de virilidad y no un signo de mala conducta.
Alfredo Di Stéfano, legendario futbolista y entrenador del Valencia, también era un conocido fumador. Sin embargo, con el paso del tiempo, las políticas antitabaco en los países occidentales cambiaron radicalmente, afectando también a los profesionales del fútbol. Hoy en día, la imagen de un futbolista fumando es tan chocante como verlo borracho en una discoteca; es una señal de falta de profesionalismo y compromiso con su equipo.
Miguel Brito, conocido por su sinceridad, fue uno de los primeros futbolistas en admitir públicamente su hábito de fumar. Afirmó que fumaba desde los 13 años y que solía salir de fiesta los jueves, costumbre que también abordaremos en otra ocasión. Miguel era conocido por fumar tabaco negro tras los entrenamientos, justificando su hábito con una afirmación peculiar: "así entra mejor cuando los pulmones están abiertos y te llega el humo hasta las uñas". Este hábito, según él, tenía un objetivo terapéutico.
Otro ejemplo notable es el de Jérémy Mathieu, quien jugó en el Valencia entre 2009 y 2014. El francés se destacó no solo por su rendimiento en el campo, sino también por sus peculiaridades fuera de él. Mathieu, un fumador empedernido, tuvo dificultades para adaptarse al idioma y la cultura española, lo que lo llevó a perderse entrenamientos. Su adicción al tabaco fue evidente en su rendimiento como lateral, una posición que demandaba gran resistencia física. Sin embargo, al cambiar a defensa central, Mathieu mostró su mejor versión, lo que le valió un fichaje por el Barcelona en 2014, una transferencia que muchos consideraron un buen negocio para el Valencia.
Miguel y Mathieu son solo ejemplos destacados de futbolistas fumadores, pero hay muchos más. En 2017, Hedwiges Maduro compartió en Twitter una foto nostálgica de su tiempo en el Valencia, donde se veían un paquete de tabaco y un cenicero entre Bruno, Salto, Joaquín y Jordi Alba, sugiriendo que algunos de sus compañeros también fumaban. Asimismo, un video viral de Dani Parejo en 2016 lo mostraba fumando una cachimba en una discoteca, lo que delataba que no le hacía ascos al tabaco en aquel entonces.
La transformación en la percepción del tabaco en el fútbol refleja cambios más amplios en la sociedad. Lo que antes era una práctica común y aceptada, ahora se considera una señal de irresponsabilidad y falta de compromiso. Este cambio no solo ha mejorado la salud de los jugadores, sino que también ha influido en la imagen profesional que proyectan tanto dentro como fuera del campo.