Valencia Plaza

el callejero

Ramón, el ‘general’ de los granaderos de la Semana Santa Marinera

  • Ramón Ramírez, en el Vía Crucis del Viernes Santo en la Semana Santa Marinera. Foto: KIKE TABERNER

Ramón revisa la tropa sin parar. El veterano granadero se tira toda la procesión arriba y abajo. A uno le corrige un detalle de su vestimenta. A otro le afea que esté todo el rato saludando a los amigos que están en la acera. Maldice también al vecino que ha dejado una furgoneta aparcada en la calle de la Marina, una esas callejuelas del Cabanyal, y complica el paso de la anda con la imagen de la Virgen de los Dolores. Al compañero que abre la comitiva le da una consigna, pero en cuanto se da la vuelta, este, un poco harto, farfulla una protesta ininteligible. “A mí me llaman el jefe”, presume Ramón Ramírez, que tiene 74 años y lleva desde los tres saliendo en las procesiones de la Semana Santa Marinera.

La fiesta ha cambiado mucho en estas siete décadas. Ahora está llena de turistas que lo registran todo con los móviles y fotógrafos aficionados con ínfulas que se sienten los reyes de las calles porque llevan una cámara decente. Los bares de la barriada también están llenos de curiosos. Unos, como La Aldeana, lo tienen todo perfectamente organizado. La bodega impoluta, las mesas asignadas desde el día anterior, las ollas haciendo ‘chupchup’. Pero otros, como el Dique, son un todos contra todos. Clientes contra camareras en una lucha encarnizada para lograr un bocadillo. El jolgorio de las mesas y una acústica nefasta ganan el pulso con las bandas de tambores y cornetas que pasan cada cinco minutos por la puerta. Algunos músicos entran con sus zapatos de charol relucientes, abren ellos mismos la nevera y se cogen unas cervezas. El caos reina en el Dique, aunque todo el mundo acaba almorzando tortillas de habas, albóndigas de bacalao y otros manjares que lucen en el mostrador.

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