Hoy en día nadie niega que la fotografía es un arte. La analógica, y la digital de nuestros días. Miradas a través de una cámara de fotos captaron - y captan - momentos inolvidables del devenir cotidiano. Algunas de estas fotos pasaron a la historia, como la que tiene que ver con el título de esta crónica.
En breve se lo cuento no sin antes rendir un homenaje a quien se considera como el inventor de la fotografía: Joseph Niépce, quien en 1824 logró captar las primeras imágenes fotográficas. La que se conserva como pionera es una reproducción de la imagen conocida como "Punto de vista desde la ventana en Le Grass" obtenida en 1826 con la utilización de una cámara oscura y una placa de peltre recubierta en betún.
El autor de la que se manifiesta ser la primera foto de Alicante vino por primera vez en tren. En el mismo que trajo a la capital alicantina a la reina Isabel II. Era un día importante, ya verá. El camino de hierro trajo a un fotógrafo con un encargo. Fue la Compañía MZA, propietaria de la línea de ferrocarril Madrid-Alicante, quien le invitó para hacer fotos de España, y en este caso de Alicante. Juan Laurent es su nombre. Era el 25 de mayo de 1858, coincidiendo con la reina Isabel II en el viaje inaugural de esta línea. Todo el trabajo fotográfico de este viaje se conserva en la biblioteca del Palacio Real de Madrid gracias a un obsequio que el propio Laurent hizo a la reina.
Pero deje que le cuente de este personaje desde el principio. Nacido en Garchizy (Francia), el 23 de julio de 1816., se trasladó a Madrid con 27 años en busca de aventura y con ganas de hacer fortuna. Y vaya si encontró ambas cosas. En la capital de España se casó con la viuda de un pastelero. En su negocio se dedicó a elaborar cajas de lujo para llenar con pasteles. Es cuando le atrae la fotografía y sus novedades tecnológicas, según nos cuenta Benjamín Llorens Brotons en su libro Sucedió una vez. Alicante camino a la modernidad. En 1856 Laurent abrió un estudio en la Carrera de San Jerónimo en donde retrató a las personas más influyentes del momento como los Generales Espartero o Prim, incluso a la reina Isabel II. Con su talento y su buen hacer se convirtió en uno de los mejores fotógrafos de la segunda mitad del siglo XIX en España. Y en Europa. Sus fotos en blanco y negro reproducían a lo más granado de la sociedad civil y militar del momento.