VALÈNCIA. En unos versos de su poema Canto de mí mismo, Walt Whitman afirma que él es inmenso, que contiene multitudes. Y un sentimiento similar nos invade cuando nos asomamos a la trayectoria de Carmen Calvo. La multitud que contiene esta artista acoge dedos de terracota, fotografías intervenidas, muñecas o maniquíes. También obras protagonizadas por el cabello, símbolo de la sexualidad femenina y, al mismo tiempo, vehículo para castigar a las mujeres. No en vano, la violencia patriarcal ha sido uno de los ejes que atraviesan el trabajo de esta artista. Uno de esos asuntos a los que regresa desde diferentes ecos y materiales.
Con motivo de la entrega del Premio Julio González, el IVAM ha puesto en marcha la exposición Carmen Calvo, comisariada por Nuria Enguita, directora del museo, y Joan Ramon Escrivà. Esta muestra lanza una mirada nueva sobre el taller de la creadora y revisita su producción desde finales de los años sesenta hasta la actualidad. Carmen Calvo y Nuria Enguita acuden a este nuevo episodio de Voces IVAM para hablar de creación, obsesiones, feminismo y objetos que salen a nuestro encuentro.
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