Las bebidas energéticas son un producto cada vez más popular entre los jóvenes, que buscan un extra de energía, concentración o diversión. Además, pueden generar una dependencia psicológica y física, debido a que contienen sustancias estimulantes como la cafeína o el guaraná
Las bebidas energéticas se han vuelto cada vez más populares entre los jóvenes, quienes las buscan por un impulso extra de energía, mayor concentración o simplemente por diversión. Estas bebidas contienen sustancias estimulantes como la cafeína y el guaraná, que pueden generar una dependencia psicológica y física.
Las bebidas energéticas no contienen alcohol, pero sí otras sustancias que estimulan el sistema nervioso central. Estas bebidas son publicitadas como capaces de disminuir la fatiga y mejorar la habilidad mental y resistencia física, lo que las hace atractivas para los jóvenes. Sin embargo, contienen cafeína, que puede causar aumento de la tensión arterial, nerviosismo y otros problemas de salud.
Los jóvenes no son conscientes de los riesgos que conlleva el consumo de estas bebidas. Un estudio del Instituto de Manresa reveló que muchos jóvenes no conocen los efectos negativos, aunque algunos sí saben que pueden causar nerviosismo e insomnio. Los padres también suelen desconocer los peligros, permitiendo el consumo sin ser conscientes de los riesgos.
El problema se agrava cuando estas bebidas se mezclan con alcohol. Según un estudio sobre drogas en la enseñanza secundaria en España, el 16% de los jóvenes ha combinado estas bebidas con alcohol, cifra que aumenta al 20% entre los de 18 años. Esta mezcla es peligrosa porque las bebidas energéticas enmascaran los efectos depresores del alcohol, aumentando el riesgo de intoxicación etílica.
Actualmente no existe una regulación estricta en España sobre el consumo de bebidas energéticas. Un Real Decreto de 1992 regula las bebidas refrescantes, pero las energéticas, al contener más cafeína, no están cubiertas por esta normativa. Aunque se recomienda que no sean consumidas por menores, mujeres embarazadas o personas con problemas de salud, no hay una prohibición explícita.
En lugar de prohibir, se sugiere educar tanto a padres como a hijos sobre los riesgos. Aunque algunos países europeos como Polonia, Lituania y Letonia han prohibido estas bebidas, otros países solo regulan la cantidad de cafeína. A nivel europeo, la regulación varía mucho entre países.
Se considera que estas bebidas, aunque generan dependencia, no se clasifican formalmente como una adicción. La dependencia se debe principalmente a la cafeína y al azúcar que contienen. Los síntomas de abstinencia incluyen cansancio, irritabilidad y peor rendimiento cognitivo. Para tratar esta dependencia, se recomienda reducir el consumo de forma gradual, acompañado de un tratamiento similar al de la desintoxicación de cafeína.
La percepción general es que estas bebidas son inofensivas o incluso beneficiosas, especialmente entre los adolescentes. Se sugiere reformular los ingredientes, realizar talleres educativos en colegios y regular la publicidad para reducir su consumo. Además, la combinación de estas bebidas con alcohol es especialmente peligrosa, ya que la cafeína enmascara el efecto depresor del alcohol, llevando a un mayor consumo y riesgo de adicción cruzada.
Hablamos de todas estas cuestiones con Pedro Gorrotxategi, Vicepresidente de Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y con Luna de Hita, nutricionista clínica de Orbium desarrollo.
Dirección: Rafa Lupión | Redacción: Lucía Nadal | Producción: Nacho Guerrero
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