El Valencia fue subcampeón de liga en la temporada 95-96 con una base de futbolistas vascos que, como medio siglo atrás, trasladó su camaradería fuera de los terrenos de juego al vestuario
Durante la posguerra en España en los años 40, el Valencia se convirtió en el dominador de la Liga a pesar del hambre y la depresión que cubrían el país. Este éxito fue posible gracias a un equipo formado por jugadores en su mayoría vascos, provenientes de un conjunto destinado a reciclar futbolistas sin club después de la contienda. Este equipo, conocido como el Recuperación de Levante, tenía un nombre que evocaba las clases para estudiantes poco aplicados.
En los años 70, el Valencia ganó una Liga y fue subcampeón de la Copa en tres ocasiones. Lo hizo con una plantilla modesta, sin grandes figuras, pero liderada por el entrenador Alfredo Di Stéfano. Cuando Di Stéfano llegó al Valencia, ya había ganado más títulos como jugador que toda la plantilla junta. A principios del siglo XXI, el Valencia vivió los mejores años de su historia, con un equipo sólido y cohesionado que pudo plantar cara al Real Madrid de los galácticos, al Barça de Van Gaal y a la élite europea.
Sin embargo, quizás sea la temporada 1995-96 el mejor ejemplo de un Valencia que, sin que nadie se lo esperara, estuvo a punto de ganar la Liga y la Copa. Una anécdota ilustra esta historia: antes del último partido de liga, Luis Aragonés entró en el vestuario y vio a Andoni Zubizarreta riendo ante la pizarra con la alineación del equipo que se jugaba el título. Luis le preguntó por qué se reía y Zubizarreta respondió que le parecía increíble que ese equipo pudiera ganar la Liga, viniendo de alguien que había experimentado el éxito con el Dream Team de Johan Cruyff.
El Valencia de esa temporada estaba compuesto por jugadores que parecían desechos de otras plantillas. Se había ido la generación que devolvió el orgullo al club tras el descenso, y en su lugar llegaron futbolistas de club con poco nombre, con la intención de intentar clasificar para la Copa de la UEFA. Paco Roig, presidente en esos años, tomó una de las decisiones más acertadas de su mandato al contratar a Luis Aragonés como entrenador. Bajo su liderazgo, el equipo compitió por todos los títulos. Un factor clave en esta excelente temporada fue el grupo de futbolistas vascos y navarros que integraban el equipo, reflejando el Valencia de los años 40.
Este grupo de jugadores formó lo que se conoció como la cuadrilla de Burjassot, una referencia a los grupos de amigos en el País Vasco que salen juntos a divertirse en los bares. Se les llamaba así porque frecuentaban la zona de marcha de Burjassot tras las cenas en Prado Álvaro, un sitio de encuentro no muy visible para el aficionado común y cerca de donde vivían. Al contrario de lo que sucede a veces con grupos de jugadores, esta cuadrilla no era problemática; eran amigos que unían fuerzas tanto dentro como fuera del campo, transmitiendo esa cohesión al resto de la plantilla.
Gracias al impulso de esta cuadrilla, el Valencia realizó una segunda vuelta de la Liga excepcional, estando muy cerca de alcanzar al Atlético de Madrid, que se veía campeón a diez jornadas del final pero tuvo que pelear hasta el último partido para asegurarlo. La temporada 1995-96 devolvió la ilusión a una afición que llevaba 15 años sin oler un título, preparando el terreno para el éxito que vendría solo tres años después.
Esa temporada también fue notable por la presencia de jugadores como Mijatovic, y otros como Zubizarreta, Mazinho, Viola, Pepe Gálvez, Fernando y Arroyo. Luis Aragonés imprimió su carácter al equipo, permitiendo a los jugadores disfrutar de la vida nocturna mientras rindieran en el campo. Fue una temporada memorable que estableció las bases para el futuro éxito del club.