VALÈNCIA. Esta semana en La Paella Rusa nos dedicamos a hacer un repaso de cuestiones que no nos gustan. Desde los gatos (seres malignos que habitan la Tierra con el único objetivo de perpetrar el mal) hasta la obsesión del Gobierno valenciano por rescatar empresas ruinosas que no reporten ningún beneficio a la población local. Quizás os sorprenda, pero tampoco somos fans fervorosos del mundo taurino, así que nos produce cierto gustirrinín que admiradores se estén desmayando cual damas victorianas al conocer la decisión de la Unesco de no considerar eso de matar animales por diversión como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ya sabéis, es que ahí fuera no entienden la bravura y la pasión de nuestras idiosincrasias. Enemigos de España everywhere.
Y algo que tampoco nos gusta mucho por estos lares es la "Generación Tapón", o lo que es lo mismo, los boomers, omnipresentes que llevan décadas apoltronados en los escalafones más altos de las instituciones patrias. Para demostrar que esta inquina no es una fobia personal, recurrimos al volumen Generació Tap: L'herència enverinada dels fills de la transició, de Josep Sala i Cullell (Ara Llibres).
