Nuestra protagonista, abogada y recientemente reelegida presidenta del Club de Encuentro Manuel Broseta nació en la ciudad mexicana de Puebla, de la que guarda un grato recuerdo por su belleza colonial y su religiosidad. A los nueve años llegó a Valencia y aquí es feliz y aprecia la calidad de vida de nuestra ciudad.
Amparo Matíes conoce bien la ciudad, ha vivido en tres barrios distintos y de todos ha sabido apreciar su arquitectura, disfrutar de sus comercios y conectar con su entorno. Su infancia está vinculado al segundo ensanche, en concreto a la calle Joaquín Costa, una zona que considera que “no ha cambiado mucho porque sigue habiendo muchos comercios necesarios para la vida familiar”. Además recuerda algunos lugares desaparecidos como el restaurante ‘La Gran Paella’. En su adolescencia se trasladó a la calle Santa María Micaela, a un edificio innovador y vanguardista obra del arquitecto valenciano, Santiago Artal, conocido popularmente como “la finca de los dúplex de Artal”. Amparo recuerda que eran "viviendas muy luminosas, con árboles y piscina”.
Finalmente nuestra protagonista se ubicó en una de las calles más prestigiosas de la ciudad, céntrica y tranquila, un difícil binomio. En la calle Sorní disfruta por la vida del barrio “hay muchos comercios” y se siente privilegiada al poder contemplar el Puente del Mar, un lugar que le apasiona y del que extrae una bella metáfora, “creo que en la vida debemos siempre de tender puentes”. Con ese espíritu conciliador, la abogada y presidente del Club de Encuentro nos relata su visión de Valencia.
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