Después de buscar durante años al nuevo Kempes en el fútbol argentino, el Valencia pareció encontrarlo en un delantero que llegó de San Lorenzo con 99 goles marcados en su carrera. Pero no siempre las cosas salen como las habías previsto.
Hubo un tiempo en el que cada vez que el Valencia fichaba un delantero argentino, la afición creía que había llegado un nuevo Mario Kempes o al menos tenía la esperanza de que así fuera. Claro que eran años en los que lo que sucedía futbolísticamente al otro lado del Atlántico era un misterio para los españoles, y solo los expertos podían discernir qué futbolistas destacaban.
La sombra de Kempes, o mejor dicho, su inalcanzable figura, rodeó a Darío Felman, fichado en el verano del 77, un buen futbolista aunque con la tendencia a jugar mirando al suelo, pero cuya calidad estaba muy lejos de la del matador. Lo mismo sucedió con Juanjo Urruti, un extremo regateador que llegó en el verano del 83 y que fue uno más en los años difíciles del club. A pesar de la ilusión de la grada, ninguno de ellos llegaba a la altura de Kempes.
Sin embargo, en el invierno del 84 llegó José Raúl Iglesias, con unos números que sugerían que por fin el Valencia había contratado al heredero de Kempes. Venía de San Lorenzo de Almagro, un club muy recordado, y sus cifras indicaban que en cinco años en la primera división argentina había marcado 99 goles, celebrándolos con una espectacular media voltereta. Con esas credenciales, la afición se preparó para recibir a un futbolista que podía rescatar al Valencia de la mediocridad. La única duda era su pasado en el Barcelona en 1978, cuando fue reclutado para su cantera y luego devuelto a su país tras frustrantes cesiones.
Declaró sus intenciones al llegar a Valencia: "Triunfaré en Valencia y demostraré que han acertado confiando en mí", dijo en su primera entrevista como valencianista. Iglesias debutó en un partido contra el Sporting después de Reyes, en un día desapacible que quizás lo contagió. Sin embargo, el aficionado valencianista no le dio demasiada importancia, recordando que Kempes también parecía un petardo en su debut.
Después de dos partidos y medio sin destacar, Paquito, entrenador del equipo en aquel año, decidió darle descanso para que se aclimatara al fútbol europeo. Pero ni así. Un mes más tarde, Iglesias volvió a las alineaciones sin éxito. Finalmente, logró su gol número 100 en un amistoso en Utiel, pero lamentablemente no fue un partido oficial.
Su última oportunidad llegó en un partido de la Copa de la Liga contra el Sevilla, en el que tuvo la oportunidad de lanzar el último penalti para llevar al Valencia a la siguiente ronda, pero no pudo convertirlo. Al finalizar la temporada, el club lo devolvió a Argentina.
Iglesias no demostró nada en el Valencia. Hasta el punto de que la afición llegó a pensar que sus 99 goles en Argentina fueron meros accidentes. Sin embargo, en su regreso a su país, logró destacar nuevamente, anotando 36 goles en 37 partidos con el Huracán.