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Florencio Pla, 'La Pastora', y el castigo (del franquismo) al diferente

VALÈNCIA. Durante toda su vida Florencio Pla Meseguer tuvo que enfrentarse a la persona que decían los demás que era: mujer, lesbiana, sanguinaria, con instintos de hiena, llamada Teresa, aunque también conocida como la Pastora. Una persona que causaba terror por todas las muertes que provocó y quien también se convirtió en el último maquis valenciano. Una historia que estuvo escrita desde el odio y desde el desconocimiento —se ha comprobado que no cometió los crímenes que se le imputaron— y que, ahora, gracias a diferentes voces —la suya no, pues falleció en 2004— ha empezado a reescribirse. «Mi tío fue un superviviente. Una persona maltratada injustamente, a quien no se le permitió vivir en dignidad», afirma su sobrina Elena Solanas. En el libro Florencio Pla 'La Pastora': la dignitat robada (Sembra Llibres, 2023), la misma Elena narra cómo ella y su familia han tenido que batallar para conocer su verdadera historia, ya que perdieron el contacto tras la guerra. El libro, que ya va por su tercera edición y ha sido presentado en más de cuarenta ocasiones en la Comunitat Valenciana y en Cataluña, busca así desmontar la imagen que se creó de él. Pero como decíamos, son muchas más las voces que han emergido en el mundo de la cultura para contar la vida del castellonense. El último en hacerlo ha sido el cineasta Marc Ortiz con la película L'Aguait (El acecho), que se encuentra en fase de posproducción.

Una historia basada en el miedo

«Cuidado, que vendrá la Pastora y te comerá», se les decía a los niños que no querían irse a dormir pronto. Pero ¿quién era la Pastora y por qué iba a comerse a nadie? Florencio Pla Meseguer nació el 1 de febrero de 1917 en el Mas de la Pallisa en Vallibona, en la comarca de Els Ports, bajo el nombre de Teresa. Las dudas respecto a su sexo, a causa de una malformación genital cognitiva, así como la voluntad de sus padres de evitarle el servicio militar, determinaron que creciera como una mujer. No obstante, esto supuso que tuviera que adoptar una identidad de género que no compartía y de la que le fue muy difícil escapar. No solo por la época, sino por el contexto rural en el que creció y las burlas. Florencio, que se quedó sin sus padres a la edad de diecisiete años, tuvo que trabajar desde bien pequeño como pastor y jornalero, y no sería hasta su ingreso en la guerrilla en el año 1949 cuando empezó, aunque parezca mentira, a liberarse. Además de cortarse el cabello y cambiar su forma de vestir, ya lejos de su zona empezó a presentarse como hombre y cambió el nombre de Teresa por el de Florencio y el apodo de la Pastora por el de Durruti. Los maquis le aceptaron y le ayudaron a convertirse, de este modo, en quien realmente era. 

«Él representaba las esencias de la anti España: tanto por escapar de la norma (franquista) ayudando y uniéndose a la guerrilla antifranquista, como por la supuesta ambigüedad contra natura que divergía del considerado orden natural (binarismo genético) y escapaba del rol de género otorgado desde el nacimiento», explicaba el historiador Raül González Devis en el prólogo de Florencio Pla 'La Pastora': la dignitat robada

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