En la antigua mili, a mucha gente se la denominaba con el nombre de su localidad natal. Sietes quiso emular aquella costumbre carcelaria en su carrera futbolística, en la que pasó dos años en Valencia con un mejor rendimiento en las camas ajenas que en el terreno de juego
Durante más de 30 años, asistí a los partidos del Valencia desde una localidad en sillas del Gol Sur, cerca del banderín de córner del estadio de Mestalla. Uno de mis compañeros de grada solía levantarse para gritarle a Romero, el lateral izquierdo del Valencia a mediados de los 90, "¡Ponle huevos, Romero!" Romero, aunque era un jugador talentoso en ataque, tenía evidentes lagunas defensivas y un aspecto indolente que desesperaba a algunos aficionados.
Para mitigar las carencias defensivas de Romero, el Valencia fichó a José Manuel Suárez Rivas, conocido futbolísticamente como Sietes, del Real Oviedo en el verano de 1995. A pesar de que Sietes había destacado en Oviedo por su capacidad de lucha y habilidades defensivas, en el Valencia nunca logró consolidarse. Sus problemas en el campo eran evidentes: recuperaba el balón rápidamente, pero lo perdía con la misma celeridad. Esta inconsistencia, especialmente en posiciones defensivas, le impidió arrebatarle el puesto a Romero.
Luis Aragonés, que entrenó al Valencia durante una temporada y media, utilizó a Sietes principalmente para dar descanso a Romero, pero nunca confió plenamente en él para los partidos importantes. A pesar de formar parte del equipo que logró el subcampeonato de Liga en la temporada 95-96, Sietes tuvo un papel secundario. Su protagonismo en el campo fue limitado, y su rendimiento no estuvo a la altura de las expectativas.
Fuera del terreno de juego, nuestro protagonista tenía una notable popularidad entre las mujeres, y aprovechó su tiempo libre para socializar, a menudo siendo recordado más por sus conquistas amorosas que por sus hazañas futbolísticas. Con la llegada de Jorge Valdano como entrenador, Sietes perdió aún más protagonismo y eventualmente fue transferido al Racing de Santander, donde intentó recuperar su carrera futbolística.
En el Racing, el jugador tuvo un desempeño más destacado, pero su carrera continuó en declive, pasando por varios equipos como el Alavés, el Murcia y el Watford en Inglaterra, antes de terminar en el Numancia. Finalmente, se retiró después de jugar en equipos de menor categoría como el Lealtad y el Avilés.
Tras retirarse del fútbol profesional, Sietes se dedicó a labores directivas en clubes como el Real Avilés y el Palencia. Aunque no alcanzó el éxito esperado en el Valencia, Sietes tuvo la fortuna de estar en equipos y momentos clave, como el subcampeonato de Liga con el Valencia y la participación en la Eurocopa Sub-21 de 1996, donde España perdió en la final contra Italia, y en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Podemos concluir que Sietes fue un futbolista que, pese a sus limitaciones en el campo y su carácter indisciplinado fuera de él, logró una carrera en equipos importantes y tuvo sus momentos de gloria. Sin embargo, en el Valencia, su legado está más asociado con sus actividades extradeportivas y su paso discreto por el equipo, en lugar de con grandes logros futbolísticos.
