ALICANTE. La desaparición de José Enrique Garrigós supone la pérdida de un referente empresarial. No sólo por los cargos que ocupó en la Cámara de Comercio de Alicante o en la DO Turrón de Jijona, sino por su extraordinaria visión para adaptarse a los momentos, fueran buenos o malos, o para dejar un cargo que no se sabía útil para él, o para la institución que representaba.
Aunque fue más conocido por su etapa frente a la Cámara, al menos fuera de Alicante, que la de turronero, Garrigós dio un paso atrás en junio de 2016: daba por terminada una etapa al frente de la institución empresarial y la situación crítica con la que se encontró en 2009, al inicio de la crisis: el Gobierno había eliminado la cuota cameral, con lo que la Cámara debía buscar nuevos ingresos, recién estrenada su reluciente sede, el antiguo hotel Palas de Alicante, convertido en un edificio modernísimo que había costado 12 millones de euros.