Valencia Plaza

BODAS, BAUTIZOS Y CABALLOS

Ideal, La Hípica es ideal

  • Fotografías de Kike Taberner
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En el Anuario Hedonista de 2018 escribí que si me fuera a casar con un descendiente de terratenientes de la Bahía de Chesapeake, entre Maryland y Virginia, Estados Unidos, llevaría a mis futuros suegros a Aragón 58. Es el lugar para que se pusieran en la onda europea —los montaditos de steak tartar convierten a cualquiera— y se olvidaran de los crab cakes. Eso para cenar, que por la mañana les habría organizado una pequeña reunión familiar en la terraza superior de La Hípica, «tu masía en el centro de Valencia», como reza el eslogan oficial. 

«Theodore, Margaret, a vuestra derecha podéis contemplar la piscina en forma de pisada de equino, rodeada por un cuidado jardín tropical. Al fondo están las pistas de tenis y paddle. Justo debajo de nosotros, el servicio de cafetería completo. Si giráis la cabeza completamente, Margaret, querida, cuidado con las cervicales, por favor, podéis ver cómo los jinetes entrenan para el próximo campeonato de saltos. Se disputa el trofeo regional».  

A caballo entre un salón de bodas y una piscina pública

Del restorán de la hípica se decía que salía la mejor paella de verduras de la ciudad. Se decía cuando la paella de verduras no era la reina de los bares culturales de Benimaclet. De hecho, quien hizo la valoración gastronómica sabe más de solomillo que de platos compostables. Actualmente la carta consta de entrantes ligeritos, arroces y pescados y carnes con salsas al gusto de Escoffier. Recordadme que no deje que Theodore pida solomillo al roquefort, que tiene el colesterol por las nubes.

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