VALÈNCIA. Este viernes 29 de noviembre se cumple un mes del 'tsunami' provocado por la Dana que asoló la provincia de Valencia y dejó hasta el momento un total de 222 víctimas mortales. Un suceso que supuso una ola de destrucción y barro cuyas huellas todavía permanecen en las calles y hogares de los municipios afectados y en los corazones de los valencianos.
Carreteras dañadas, kilómetros de ferrocarril inservible, puentes arrasados, polígonos desmantelados, comercios arruinados y, sobre todo, viviendas destrozadas, son las cicatrices visibles de la catástrofe, a lo que hay que unir la angustia permanente por el recuerdo de lo ocurrido y, sobre todo, el dolor irreparable de los vecinos que han perdido a sus seres queridos.
Una estampa postapocalíptica simbolizada en las enormes campas de vehículos devastados convertidas en cementerios de chatarra, que provoca un sentimiento de desazón entre los habitantes de las poblaciones más azotadas por la tragedia, que además deben seguir conviviendo con olores nauseabundos, garajes todavía anegados y la preocupación de los peligros sanitarios que pueda conllevar el cóctel de lodo y aguas fecales por rupturas de tuberías que todavía se manifiesta en algunas zonas afectadas.
75 municipios damnificados en los que vive el 40% de la población (845.371 ciudadanos) de Valencia y donde se encuentra el 36% de las empresas de la provincia. 600. 000 personas se quedaron sin agua potable, 150.000 usuarios sin suministro electrónico, 300.000 líneas móviles resultaron afectadas y 120.000 vehículos dañados, el 98% en situación de siniestro total. 497 kilómetros de vías ferroviarias quedaron inutilizadas, 348 de líneas de Cercanías (de los que se han reparado ya 226 kilómetros) y 149 de Alta Velocidad ya en servicio; mientras se estima que 30.000 edificios resultaron dañados. Hasta el momento, se han retirado ya 250.000 toneladas de residuos, una cantidad superior a la recogida anual de enseres y voluminosos de toda la Comunitat Valenciana del año pasado.