VALÈNCIA. Como después de cada verano e inicio del curso político, los partidos que conforman el Botànic se preparan para la ya tradicional batalla de Presupuestos. Dependiendo del año, con un ánimo diferente según las circunstancias, pero que siempre acaba desencadenando choques en determinadas partidas que se alargan durante varios meses hasta su aprobación en Les Corts Valencianes en diciembre.
Tras un agosto marcado por los incendios en los que el president de la Generalitat, Ximo Puig, y algunos consellers han tenido que enfrentarse a una gestión complicada por lo ocurrido, en el Palau ya se empieza a escuchar la frase: "Y ahora presupuestos".
En el PSPV confían en que este año pueda ser más tranquilo que otros, aunque son conscientes de que es complicado que todo vaya como la seda. De cara a la negociación, que suelen capitalizar los socialistas y Compromís mientras Unides Podem se ha mantenido hasta ahora en un segundo plano, existen factores que podrían propiciar unas conversaciones más relajadas. Pero otros que no.
Entre ellos, el hecho de que se trata de los Presupuestos de 2023, año electoral, y los últimos a los que tendrán que dar luz verde de la legislatura. La confección y ejecución de las cuentas hasta los comicios resulta de importancia para la venta de gestión en una precampaña que arrancará desde el inicio de curso y en un contexto de incertidumbre sobre cómo afectará la situación económica al Consell.
Pero también resulta clave la imagen. Puig mantiene un discurso sobre la relevancia de la cohesión y la solidez del Botànic. Algo que se ha resquebrajado en diversas ocasiones y con especial intensidad durante la presente legislatura. Hacia el final, parece lógico que tanto el PSPV como Compromís acentúen sus diferencias para dirigirse a su electorado. Y éstas podrían verse precisamente en los presupuestos.
Aunque las cuentas siempre han salido adelante (el año pasado por primera vez fuera del plazo legal), lo cierto es que la trifulca interna es recurrente. Y llegar al botón del 'sí' en Les Corts ha costado sudor y lágrimas y no en sentido figurado. Determinadas relaciones, de hecho, han salido bastante dañadas. Para ejemplo, la del exconseller de Hacienda Vicent Soler (PSPV) y la exvicepresidenta Mónica Oltra (Compromís). El interrogante, en esta ocasión, es hasta dónde y de qué modo podría estirarse la cuerda.
Son bastantes, de hecho, los asuntos que ya generan fricciones y habrán de debatirse en la tramitación de la ley de medidas fiscales, conocida como ley de Acompañamiento y sin la cual las cuentas no pueden salir adelante.