VALÈNCIA.
Virus, bacterias, restos de medicamentos o drogas. Todo está en el agua residual. Lo bueno y lo malo. Quién sabe si en un futuro no muy lejano el análisis de unos de los bienes más preciados nos permitirá adelantarnos a pandemias, problemas de salud físicos o psíquicos, detectar otros aspectos que hoy parecen ciencia ficción o incluso generar electricidad con las aguas menores de los valencianos. Si somos lo que comemos y lo que entra por nuestra boca acaba en las alcantarillas y puede ser analizado...se abre un inmenso abanico de posibilidades inimaginables.
Elisa Valía, concejala del Ciclo Integral del Agua y presidenta de la EMSHI, la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos encargada de captar, potabilizar y suministrar agua a 1,7 millones de habitantes, ha explicado en el programa Plaza Salud cómo es el presente y cuál puede ser el futuro del agua de Valencia.
De momento, y pese a no tener casi competencias en materia de salud, los deberes se están haciendo muy bien en un momento crucial para los valencianos. ¿Quién no recuerda cuando en lo peor de la pandemia sabíamos con una antelación de diez días cómo iba a ser la incidencia de covid en cada uno de nuestros barrios?
Y es que el Ayuntamiento de Valencia fue pionero en crear y aplicar una herramienta para detectar los restos genómicos de covid en las aguas residuales aún en fases muy incipientes, incluso cuando los enfermos son asintomáticos. Es decir, ni cuándo las propias personas saben que tienen covid, el Ayuntamiento tiene esos datos, aunque no con nombres y apellidos. Se recoge el agua, se analiza y en 24 horas se tiene el resultado.
Además, si la conselleria sospechaba que podía estar entrando una nueva variante, se realizaba un análisis más profundo que incluye una secuenciación para detectarla.
Pero, como explica Valía, esto no se consiguió de un día. El Ayuntamiento llevaba trabajando años con el CSIC y con la empresa Global Omnium en un método para detectar el coronavirus cuando aún ni existía el Covid 19. Al llegar la pandemia, se pudo aplicar el trabajo previo científico de ciencia básica.
"Ha sido un orgullo ser pioneros y muchas ciudades han replicado este método. Valencia ha estado a la vanguardia. He podido aprender con los funcionarios en un trabajo especializado impecable", ha señalado la presidenta de EMSHI quien añade que "bajo tierra somos invisibles y no se ve el trabajo que se realiza pero es un momento dulce de las aguas residuales".
Elisa Valía ha desvelado un dato sorprendente: "Con niveles similares de Covid en aguas residuales, la situación sanitaria y económica hace año y medio era totalmente diferente a la actual". Los esfuerzos van dirigidos a medir la resiliencia. Y, por lo que demuestra este dato, los valencianos somos mucho más resilientes en parte, como destaca la concejala, por la alta tasa de vacunación: "España es un ejemplo en vacunación, los demás países nos miran con envidia". Pero, ¿ qué otros tipos de problemas de salud o virus se pueden detectar en el agua?
Como destaca Valía, en el agua residual se puede detectar todo, el aspecto clave es saber qué tenemos que buscar. Por ello, la concejalía se ha puesto en contacto con centros de investigación y colabora de forma estrecha con la conselleria para que les especifiquen qué necesitan para mejorar la salud de los valencianos. Es decir, qué quieren que se detecte en las aguas residuales para que se puedan diseñar programas y establecer mecanismos para erradicar cualquier tipo de problema. " Por ello, en este aspecto sobre todo, la colaboración público-privada es fundamental, recalca la presidenta del EMSHI.
Como ejemplo, Valía resalta algunas cuestiones que ya están encima de la mesa. "Existe una gran preocupación por el incremento de la resistencia a los antibióticos y determinados fármacos debido a la automedicación. Se está consumiendo más y se está generando una resistencia que puede ser preocupante."
¿Qué agua es mejor? ¿El agua del grifo o la embotellada en sus diferentes versiones?
Elisa Valía lo tiene cristalino: "Beber agua del grifo es sano y estás haciendo un favor a tu economía y al planeta . Es decir, desde el punto de vista sanitario, el agua de valencia es perfectamente sana para beber. Está claro que el agua del grifo tiene un sabor diferente en en cada punto del mundo. Pero, por ejemplo, en Valencia donde la cal es el principal componente que determina el sabor del agua basta con poner un filtro al grifo y problema solucionado. Además, en las pruebas y encuestas realizadas en diferentes puntos de la ciudad, siete de cada diez personas que decían consumir agua embotalleda no sabían diferencia una de otra cuando se les daba a probar. "Hay mucha leyenda sobre este aspecto".
Elisa Valía ha recordado que, además, al evitar el plástico se reduce la huella de carbono individual sin olvidarnos de los dolores de espalda que se evitan al ir cargados hasta casa con litros y litros de agua. Y, si nos centramos en la economía familiar, la concejala recuerda que 2.000 litros de agua es la media de consumo al año. ¡Hagan cuentas!
No perder ni una gota de agua, reutilizarla para agricultura o a nivel industrial y re-naturalizar nuestra ciudad. Estos son otros de los objetivos fundamentales de la EMSHI y el gran reto de Valencia para afrontar el cambio climático.
Es crucial recargar los acuíferos con agua de lluvia y dejar de sobreexplotarlos. "Cuando falte el agua superficial porque no llueva, nuestra garantía será el agua subterránea"
Valía también ha recordado que Valencia es la única ciudad europea con el 100% de los contaderos con telelectura. Esto permite detectar al momento cualquier fuga, avisar a los propietarios si es en el interior de su propiedad y saber si se está produciendo algún tipo de fraude en el consumo.
Este mecanismo además permite saber dónde se encuentra la gente en un momento determinado. Por ejemplo, durante los meses de confinamiento se podía saber los movimientos de los vecinos y si salían de sus casas pese a estar prohibido. "De haberse producido un incumplimiento generalizado se hubiera podido recurrir a esta información".
La presidenta de EMSHI ha dado un dato fundamental que quizá, muchos vecinos desconocemos o no lo pensamos: "Las toallitas biodegradables no se pueden tirar al inodoro ya que también atascan".
Es decir, pueden ser biodegradables pero no se deshacen en el inodoro ni en las cañerías. Hay que tirarlas siempre a la basura.