Solo una temporada estuvo Paulo Sergio Rosa Viola en el Valencia, el tiempo suficiente para dejar una huella inolvidable en la historia del club gracias a sus excentricidades y sus goles
En el verano de 1995, el Valencia fichó a Paulo Sergio Rosa Viola por 500 millones de pesetas (unos 3 millones de euros). Viola, delantero del Corinthians y campeón del mundo con Brasil, llegaba como la esperanza de mejorar la delantera junto a Pella Miyake. Sin embargo, dos meses después, el club buscaba deshacerse de él debido a su falta de adaptación y problemas con el presidente.
Aunque Viola fue suplente al principio, la lesión de Pepe Gálvez le dio la oportunidad de brillar. El Valencia tuvo una racha impresionante con Viola en el equipo, sumando 10 victorias en 12 partidos y compitiendo por el título de Liga. El brasileño anotó 8 goles durante este periodo y se ganó el corazón de la afición con su estilo de juego y celebraciones.
A pesar de su inicio difícil, Viola comenzó a sentirse a gusto en Valencia y se integró en la ciudad. Se aficionó a la paella y no perdonaba su cena favorita, incluso a altas horas de la noche después de los partidos. Este amor por la comida local coincidió con el ascenso del equipo en la tabla, alimentando la esperanza de un título de liga.
Sin embargo, la promesa de pintarse el pelo con los colores de la bandera valenciana si el equipo ganaba el título no se cumplió. Un empate en la última jornada y la victoria del Atlético de Madrid impidieron al Valencia ser campeón. A pesar de esto, Viola dejó una marca en el club y en la ciudad.
Tras su paso por Valencia, Viola continuó su carrera en varios equipos brasileños y tuvo una breve experiencia en el fútbol turco antes de retirarse. Aunque su tiempo en Valencia fue breve, su impacto y su relación con la ciudad perduran en la memoria de los aficionados.