Tres años y medio como presidente le bastaron a Paco Roig, el primer mandatario al que la grada llamó "canalla", para dejar en el Valencia una huella tan profunda como polémica.
En las décadas de los 80 y 90, el fútbol español experimentó un auge del populismo presidencial, caracterizado por figuras con intereses económicos oscuros que utilizaron los clubes como trampolín para la fama y el enriquecimiento personal. Este fenómeno no solo afectó a los terrenos de juego, sino que también trasladó el foco mediático a los despachos. Un claro exponente de esta tendencia fue Jesús Gil y Gil, conocido por su gestión autoritaria y corrupta en el Atlético de Madrid. Sin embargo, en este análisis nos centraremos en Paco Roig, quien llevó el populismo al Valencia Club de Fútbol.
Paco Roig, empresario cárnico del barrio Poble Nou, fue una figura clave en el Valencia CF durante la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva (SAD) a finales de 1991. Aunque inicialmente formó parte del primer consejo de administración del Valencia CF SAD, pronto se postuló como la principal alternativa a Arturo Tuzón. Tuzón había salvado al club de la quiebra tras el descenso a Segunda División en 1986 y liderado la transformación empresarial del equipo.
El detonante para la entrada de Roig fue el fichaje fallido de Romário, delantero brasileño del PSV Eindhoven, que Tuzón rechazó por considerarlo económicamente desestabilizador. Roig, aprovechando la impaciencia de los aficionados valencianistas por lograr títulos, utilizó este episodio para ganar popularidad. En abril de 1993, durante un homenaje a Mario Kempes, los aficionados comenzaron a exigir el fichaje de Romário con el cántico "Arturo suelta los duros", debilitando la posición de Tuzón.
En marzo de 1994, tras una campaña electoral cargada de promesas y su característico estilo deslenguado, Roig fue elegido presidente del Valencia CF. Conocido como "El Tronador" por sus reacciones volcánicas, Roig se autoimpuso un sueldo del 1% del presupuesto del club y comenzó a realizar fichajes desmedidos con la ayuda de su cuñado Jesús Martínez. Aunque intentó mejorar el equipo, la falta de coherencia en sus decisiones y la construcción de una plantilla descompensada bajo el mando de Carlos Alberto Parreira, no trajeron los resultados esperados.
A pesar de algunos éxitos, como la clasificación para la final de la Copa del Rey y una destacada campaña bajo la dirección de Luis Aragonés, el equipo no logró consolidarse. El fichaje de Romário, que había generado tanta expectación, y la contratación de Jorge Valdano como entrenador, tampoco dieron los frutos esperados. Valdano fue destituido tras una serie de derrotas y fue reemplazado por Claudio Ranieri, quien más tarde llevaría al Valencia a una de sus mejores épocas, aunque fuera del mandato de Roig.
En diciembre de 1997, tras una serie de malos resultados y la creciente presión de la afición, Roig dimitió como presidente. Su gestión estuvo marcada por promesas incumplidas, episodios de maltrato psicológico y numerosos conflictos tanto internos como con rivales deportivos. Aunque Roig logró ilusionar a los aficionados y reinsertar a la intelectualidad valenciana en el valencianismo, su mandato dejó una estela de controversias y una entidad en constante tensión.
Roig continuó influyendo en el club como máximo accionista hasta 2004, cuando vendió su paquete de acciones a Juan Soler. Este evento marcó el inicio de una de las peores etapas económicas del Valencia CF, que culminaría una década después bajo la propiedad de un empresario de Singapur.