La realidad supera la ciencia ficción una vez más. Las estrategias aplicadas en el Programa de Salud Cerebral de las Clínicas de la Universidad Católica permiten que “la depresión, los trastornos del espectro autista, el Alzheimer u otras patologías remitan con tecnología que reconecta las conexiones neuronales”, como ha explicado en el programa de Salud de Plaza Radio, José María Tormos, responsable de esta iniciativa.
Junto al director de las Clínicas de la Universidad Católica de Valencia, Pablo Vera, han explicado en qué cosiste este esperanzador programa que cuenta con la última tecnología.
En primer lugar, debemos saber que una lesión en el sistema nervioso se produce porque se acelera el ritmo de muerte neuronal o las neuronas no están conectadas, no funcionan de la forma correcta. Por tanto, explicado de una forma muy sencilla, se trata de mantener el número de neuronas necesario funcionando adecuadamente. “Poner la neurociencia al servicio de cada persona”.
Es más, se puede predecir con muchos años la predisposición a desarrollar determinadas enfermedades y prevenirlas. Esto es así porque el cerebro presenta ya un daño cerebral aunque no haya desarrollado la clínica, los síntomas. Esto ocurre con el Alzheimer o el parkinson que existe el daño incluso cuarenta años antes de que desarrolle síntomas. Incluso hay estilos de vida que reducen la probabilidad de desarrollar una clínica aunque ya se tenga la enfermedad, ya se presenten en el cerebro depósitos de amiloide. Es decir, estudios en personas con enfermedad de Alzheimer demuestran que no siempre hay una relación directa entre la lesión estructural y las manifestaciones clínicas. Existen pacientes con muy poca clínica, que en los estudios post-mortem demostraban gran afectación estructural, y pacientes con una evolución clínica muy rápida y un deterioro acelerado que resultaron tener una afectación estructural relativamente pequeña.
La diferencia entre esos dos grupos no estaba en factores genéticos sino en los hábitos de vida que habían mantenido a lo largo de los años: hacer ejercicio, dormir el número de horas suficiente, llevar una dieta equilibrada (dieta mediterránea), tener una actividad profesional cognitivamente estimulante, un grado de socialización adecuado, un propósito vital definido y una buena salud general, son factores que previenen la aparición de la clínica, aun cuando pueda producirse un daño estructural significativo.
La tecnología aplicada en la UCV es capaz de realizar un mapeo de la actividad moldurar y si existen anomalías modularlas. La actividad cerebral se puede medir de diferentes formas y se comprueba la función y conectividad y se modula lo que presenta anomalías, revertir esta disfunción. El cerebro puede aprender y generar nuevas conexiones.
La alteración de la conexión entre las neuronas que controlan las emociones es lo que produce una depresión. No es la depresión la que genera la alteración neuronal sino la alteración la que genera la depresión. Por ello, hay personas que no reaccionan a determinados hábitos. Por ejemplo, entrar en bucle significa que las neuronas “se quedan entre ellas” y no atienden a las otras. Este bucle se puede ver con esta tecnología.
El cerebro de los niños es más plástico y se puede producir un exceso de conexión como ocurren en asperger o el espectro autista que tienen un alto grado de concentración en un aspecto muy concreto. Esto es lo que hay que modular.
Como han explicado los invitados a Plaza Salud vivimos, cada vez, más años… pero esto no quiere necesariamente que los vayamos a vivir mejor. El aumento de expectativa de vida ha venido acompañado de un aumento en la incidencia de enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Esto es así, hasta tal punto, que el coste de la discapacidad derivada de estas enfermedades (neurológicas y psiquiátricas) supera al de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Los trastornos cognitivos generan un consumo del 18% del PIB mundial
Mantener la capacidad funcional de nuestro cerebro, a lo largo de la vida es uno de los retos biomédicos del siglo XXI. La OMS y la ONU han establecido este reto como una prioridad y han declarado esta década como la década del envejecimiento saludable.
Hay una pérdida del número de neuronas a lo largo de la vida, pero esto no tiene porqué asociarse a una pérdida de funcionalidad. La salud cerebral es mantener el número de neuronas necesarias, funcionando de forma correcta, para poder desarrollar todas nuestras actividades de forma satisfactoria. No todas las personas envejecen igual ni pierden funcionalidad al mismo ritmo.