¿Qué protección solar es más efectiva? ¿En crema o en gel? ¿Cada cuánto hay que ponerse? ¿Hay zonas del cuerpo más delicadas ante los rayos ultravioletas? ¿Podemos broncearnos sin riesgo a contraer un cáncer de piel? ¿Qué significa la regla del ABCDE para detectar pecas sospechosas?
Alfonso Berrocal, jefe de sección de Oncología del Hospital General de Valencia y presidente del Grupo Español Multidisciplinar del Melanoma, ha explicado la mejor forma de disfrutar del sol sin arriesgarnos a coger un cáncer de piel. Al contrario de lo que piensan muchas personas, broncearse no es malo, incluso es beneficioso si se hace de forma correcta. Estar bronceado nos protege de los rayos ultravioletas y significa que los melanocitos están activos. Sin embargo, hay que hacerlo de forma correcta, para evitar contraer el cáncer de piel más mortífero. Además, el melanoma puede pasar de un estadio 1 al 4 en unos pocos meses y, una vez alcanzado, solo el 50% de los pacientes logran sobrevivir unos diez años. El otro 50% muere al poco tiempo.
Por tanto, “broncearse no es malo, lo que es perjudicial es una exposición prolongada al sol sin protegernos de forma adecuada". El doctor Berrocal explica que la mejor forma de hacerlo es ponernos crema o gel con factor de protección superior a un 30 que protege de un 97% de la radiación. El factor 50 protege un 98% por lo que la diferencia no es significativa entre esos valores.
¿Qué significa el número de la crema solar? SPF son las siglas en inglés de Sun Protection Factor (Factor de Protección Solar) y hace referencia a la cantidad de tiempo que una determinada crema solar protege la piel de los rayos UV. Cuanto más alto sea el SPF, más tiempo durará su protección. Por ejemplo, si puedes estar 10 minutos bajo el sol sin quemarte, una loción con FP10 multiplicará este tiempo de "autoprotección"" por 10, dando así lugar a 100 minutos de protección.
Lo que es importante es “aplicar crema generosamente. Aproximadamente, se recomienda utilizar 30 ml, que es lo equivalente a un vaso de chupito”. Esto para el cuerpo de un adulto, y sin dejarse ninguna zona. Además, aunque se especifique que es resistente al agua, se debe aplicar cada dos horas ya que el baño, la sudoración, las toallas o la propia capacidad de absorción de los rayos ultravioletas hace que no sea tan eficaz.
En cuanto si es mejor adquirir una crema o un gel dependerá del tipo de piel, pero ante el sol actúan igual. Por ejemplo, si se tiene una piel grasa, con tendencia al acné, el gel será mejor para no obstruir los poros, mientras que en una piel seca, sin acné, se puede utilizar el protector solar en crema.
Respecto los ingredientes activos de la crema solar que protegen la piel, éstos pueden reflejar o absorber los rayos UV. Las cremas solares físicas (también llamadas "minerales") funcionan reflejando la luz UV, mientras que las químicas la absorben. Ambas son igual de eficaces y la eficacia depende del número de protección. El doctor Berrocal indica que factores por debajo del 30 evitan riesgos de quemaduras, pero no los rayos UV.
Cara, piernas y espalda, son las zonas donde aparecen más melanomas porque son las más expuestas al sol. En las mujeres suele aparece en las piernas y en los hombres en la espalda. Además, en estos últimos la mortalidad es mayor porque son “muy descuidados” y consultan al especialista cuando, generalmente, ya es demasiado tarde.
El jefe de sección del Servicio de Oncología del Hospital General ha destacado durante la entrevista que las quemaduras producidas por el sol son muy peligrosas y se encuentran entre los principales antecedentes de riesgo de desarrollar un cáncer de piel. Además, la piel tiene efecto memoria.
Hay que recordar que el melanoma es un tumor maligno que se genera en unas células que están debajo de la epidermis que se llaman melanocitos y que tiene la función de producir melanina para protegernos del sol, pero también pueden ser dañadas por la luz ultravioleta y transformarse en células tumorales. Los melanomas son la transformación maligna de los melanocitos.
El 99% están presentes en la piel, pero también en se encuentran en las mucosas, genitales, ojos y nariz.
El doctor Berrocal recalca que la exposición al sol no solo se produce en los momentos de ocio, sino que hay que tomar precauciones los 365 días del año ya que, simplemente haciendo deporte o estando junto a una ventana, actúan los rayos UV. Incluso, cuando está nublado los rayos UV llegan a la piel. También hay profesionales, como los agricultores, pescadores o albañiles, que se pasan muchas horas al sol y no se protegen.
Más aún, aunque vayamos totalmente tapados con ropa, el 95% de los rayos UV llegan hasta la piel. Solo las prendas preparadas para evitarlos reducen este porcentaje hasta el 50%.
El verano es la estación más peligrosa y de 12h a 16h son las horas dónde el sol llega con más fuerza. Con solo media hora que se tome el sol al día es suficiente para absorber la vitamina D necesaria para nuestro organismo.
La causa principal de desarrollar un melanoma es la exposición de los rayos UV ya sea tomando el sol o en las camas de bronceado que aumentan el riesgo en un 75%. Por tanto, este método artificial de broncearse es extremadamente peligroso.
Un 5% de los melanomas son hereditarios mientras que hay un porcentaje que aparece en pacientes inmunodeprimidos que no tienen casi defensas.
La OMS diferencia hasta ocho tipos de melanomas, entre ellos los asociados a una exposición crónica (por ejemplo, los profesionales que trabajan al sol), a una intermitente (ocio) o a diferentes mutaciones.
La peca es una señal de alerta, sobre todo en las de nueva aparición. Hay una regla que se utiliza mucho para que la ciudadanía no experta identifique si una lesión puede ser un melanoma. Es la regla del ABCDE que responde a las iniciales de las características de las lesiones malignas. La A responde a que los melanomas suelen ser asimétricos, irregulares, la B viene del tipo de borde. Las lesiones benignas suelen tener un borde regular mientras que las malignas tienen forma dentada, con crestas, irregulares. La C se identifica con el color. Las lesiones benignas suelen tener un color homogéneo mientras que las malignas tienen diferentes tonos de marrón, algunas zonas más oscuras y otras más claras. La D es por el diámetro: más de 6 mm ya puede hacer sospechar que es maligna. Se suele añadir también la letra E que significa la evolución: si la lesión cambia, se ulcera, sangra…cualquier evolución que modifique una lesión pigmentada puede hacer sospechar que es maligna.
Incluso así, no siempre una lesión con estas características significa que es un melanoma, pero sí que hay que consultar con un especialista.