VALÈNCIA.
¿Nuestro hijo es movido o es que tiene un problema de conducta? ¿Estará pasando una mala época o tiene dificultades en el aprendizaje? ¿Tendrá alguna preocupación, estará enamorado, será la adolescencia o tiene déficit de atención? ¿Es sola cosa de niños y pasará cuando crezca o hay que acudir a un especialista?
Los padres nos hemos hechos estas preguntas, u otras parecidas, en muchas ocasiones. Además, cuando se trata de nuestros hijos vamos muy perdidos. En cualquier otra situación somos resolutivos, con criterio y sabemos qué hacer pero con las personas que más queremos no encontramos ni a un buen profesional que nos guíe.
Al programa de Salud de la 99.9 Plaza Radio ha acudido uno de los superespecialistas más solicitados y necesarios, sobre todo en los últimos tiempos. La neuropsicóloga infantil Isabel Yagüe ha explicado qué es el TDHA, cómo se debe actuar si creemos que un niño tiene un trastorno de la conducta y, lo más importante: la solución.
En primer lugar, y nunca mejor dicho, Yagüe ha destacado que el origen del TDAH es genético, se hereda de padres a hijos y es para toda la vida. Sin embargo, sobre todo si se detecta pronto y con intervención temprana el cambio es sorprendente." Isabel Yagüe, quien también tiene un máster en Desarrollo infantil y Atención temprana, explica que es un trastorno neurológico vinculado a la producción irregular de neurotrasmisores, en concreto de la dopamina y la noradrenalina. Al generar de forma inadecuada estas sustancias, no se establecen correctamente las conexiones neuronales. Generalmente se tiene más afectado el lóbulo frontal que es el encargado de la concentración, la memoria, de las funciones ejecutivas, de la motivación...
El TDHA es un Trastorno por Déficit de Atención con o sin hiperactividad y existen tres subtipos. El primero de ellos es el que tiene falta de atención. Quien lo padece suele ser olvidadizo con los deberes, está en su mundo, se le olvidan las cosas nada más decírselas y, en muchas ocasiones, se confunde con timidez. Por ello, suelen pasar inadvertidos, porque no molestan en clase, sueñan despiertos...Suele diagnosticarse más en chicas que en chicos.
El segundo subtipo es el relacionado con la hiperactividad y se caracteriza por tener dificultad para controlar sus impulsos: responden muy rápido, incluso cuando no se ha terminado de formular la pregunta, no terminan de leer. En muchas ocasiones, es el típico caso del niño o adolescente que ha estudiado, en casa se sabe el temario pero llega el examen y suspende o saca peor nota de la esperada. Esto es porque se saltan preguntas, no leen bien o no comprenden lo que leen. Suele darse más en niños que en niñas.
El último subtipo es el combinado y es el que se da con mayor frecuencia. Como su nombre indica, es el que presenta tanto problemas de hiperactividad/impulsividad como de falta de atención.
En cuanto a los síntomas que podemos observar y ponernos en alerta son varios pero el que suele empujar a los padres a llamar a la consulta son las malas notas.
"Niños movidos, el típico motoret, ó desatentos siempre ha habido y no tienen que tener un trastorno, depende del grado y de cómo afecte a su vida. Por ello, realizar una evaluación neuropsicológica a tiempo es fundamental", explica Yagüe. Antes de los seis años no es conveniente realizarla porque los síntomas pueden confundirse con el comportamiento típico de un niño pequeño. La franja de edad en la que se suele diagnosticar el TDHA es entre los seis y los doce años.
La evaluación consiste en varias pruebas y en momentos diferentes. Lo primero que se hace es pasar un cuestionario al colegio y otro a los padres. "Algunos padres no quieren consultar en los colegios porque no quieren que les etiqueten". Sin embargo, es fundamental que se diagnostique a un niño ya que va a recibir ayudas de todo tipo. Desde adaptaciones curriculares a becas incluso en la facultad. De esta forma, no es que se baje el nivel académico sino que se suelen realizar las preguntas de forma desglosada, se hacen los exámenes orales si se ve más beneficioso, tienen más tiempo en los exámenes...
Cuando el colegio y los padres han realizado el cuestionario se realizan test psicológicos muy completos al niño con pruebas de atención sostenida, se mide el tiempo de reacción en milisegundos, la impulsividad, test de inteligencia...La mayoría de los errores que comenten se dan por precipitarse.
Si la evaluación determina que padece TDHA se comienza el tratamiento, que no necesariamente tiene que llevar siempre aparejada la medicación, sino que dependerá de otros factores. "Depende de la gravedad de la situación y de la capacidad cognitiva. Hay niños con TDHA que sacan buenas notas o no tienen otros problemas porque tienen unas capacidades muy buenas, una motivación muy alta, amor propio, son muy currantes... En este caso la medicación puede esperar.
Sin embargo, la medicación da muy buenos resultados. "Medicar por medicar no pero si se ve que una persona sufre es conveniente empezar hacerlo y en dos meses el cambio es sorprendente."
Lo que sí se recomienda a una persona con TDHA es la terapia psicológica ya que quienes padecen este trastorno de la conducta suelen tener baja autoestima, sufrir bullying, problemas de sociabilidad e incluso tener alguna adicción. "Saben que algo les pasa, les da vergüenza preguntar en clase, se culpabilizan. Siempre suele haber un líder negativo que busca la debilidad en otros para poder triunfar. Los niños con TDHA se creen débiles, inferiores y son carne de cañón de los acosadores. Si no se tratan, en la adolescencia se acentuará el bullyng o se convertirán en acosadores porque necesitan hacerse fuertes y se unen a lo peor para sentirse protegidos", destaca la neuropsicóloga.
Además, no tienen habilidades sociales. A veces se confunden estas habilidades con un exceso de sociabilidad por impulsividad. "Es el típico niño que se va de la mano con cualquiera".
También sufren picos de ansiedad y depresión. En el colegio no quieren que estén en sus grupos, sobre todo cuando son para hacer trabajos e influye en las notas.
La terapia les ayuda a tener estrategias, son más felices y tienen más confianza en sí mismos.
Asimismo, el TDHA suele ir asociado a otros trastornos como dificultades de aprendizaje o dislexia, que también es hereditaria.