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El ‘autodiagnóstico’, una tendencia peligrosa entre los jóvenes

El acceso masivo a información sobre salud mental en Internet y redes sociales ha provocado un aumento preocupante del autodiagnóstico entre adolescentes.

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Cada vez más jóvenes creen padecer trastornos como obsesivo-compulsivo (TOC) o límite de la personalidad, basándose únicamente en lo que leen en línea. Esta tendencia, en apariencia inofensiva, puede derivar en consecuencias graves: depresión, autolesiones e incluso intentos de suicidio.

El autodiagnóstico consiste en atribuirse una enfermedad mental sin haber consultado a un especialista. Lejos de ser un hecho aislado, se ha convertido en una moda entre los adolescentes, que adoptan etiquetas como “soy bipolar” o “soy TOC” sin respaldo clínico. Algo similar ocurrió años atrás, cuando se popularizó identificarse con la depresión sin contar con una valoración profesional.

El fenómeno se alimenta de la llamada práctica de “consultar al Dr. Google”, que facilita el acceso inmediato a información médica sin filtro ni contexto. La influencia de cuentas en redes sociales gestionadas por personas no cualificadas añade más riesgo, ya que los adolescentes son especialmente vulnerables a mensajes simplificados o poco rigurosos. El propio cerebro, al fijarse en un síntoma, puede reforzar la idea de que existe un trastorno, generando un círculo vicioso difícil de romper.

La pandemia de COVID-19 intensificó esta situación. El confinamiento y el incremento en el uso de pantallas expusieron a los jóvenes a un mayor consumo de redes sociales, deteriorando su salud mental y favoreciendo el auge del autodiagnóstico.

Ante esta realidad, la psicoeducación se presenta como una herramienta clave. Debe iniciarse desde la infancia e involucrar tanto a la familia como a la escuela, para enseñar a identificar y gestionar emociones de forma sana. Un enfoque educativo, basado en evidencia científica, puede ayudar a los adolescentes a interpretar mejor lo que sienten y evitar diagnósticos erróneos. Además, todo proceso terapéutico debería incorporar un componente psicoeducativo sólido para garantizar comprensión y cambios reales.

La solución pasa por un trabajo coordinado entre el ámbito sanitario, educativo y social. Transferir el conocimiento científico a la sociedad resulta fundamental para generar conciencia y promover hábitos que reduzcan el autodiagnóstico y fortalezcan la salud mental juvenil.

En Plaza al día conversamos sobre todas estas cuestiones con María Pilar Berzosa, psicóloga clínica y profesora del Grado en Psicología en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

 

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